De no haberse precipitado el tema de la CICIG con el dictamen de la Comisión de Relaciones Exteriores y, sobre todo, con el voto a favor de ese dictamen por los diputados de la UNE, seguramente que la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala hubiera seguido durmiendo el sueño de los justos hasta enhuerarse. Porque la CICIG no era parte de la agenda electoral y si bien los candidatos anunciaban su apoyo a esa instancia de cooperación internacional, no movían un dedo para concretar el proyecto.
Es más, si los dos diputados de la UNE no se pronuncian en contra de la CICIG en el seno de la Comisión de Relaciones Exteriores, el asunto hubiera pasado como una mancha más al tigre de la impunidad en nuestro país. Pero ese voto fue detonante de un intenso debate sobre lo que significa la impunidad y los compromisos que hay con el crimen organizado y la influencia de éste en las estructuras políticas del país, lo que forzó a los candidatos a abandonar la hipocresía y comprometerse más que con palabras en la implementación de la CICIG.
Los primeros días después del dictamen mostraron que los dirigentes políticos manejan un discurso ambivalente. En ese momento se trató de justificar el voto adverso, especialmente en la UNE, como parte de la democracia del partido, de la libertad de cada legislador y el candidato presidencial tardó muchos días en tomar una decisión que al final fue de todos modos tibia. Mientras el Partido Patriota salió inmediatamente del diputado Julio Lowenthal porque no estuvo de acuerdo con la CICIG, la UNE intentó, durante varios días, justificar a Fajardo, con todo y los señalamientos concretos sobre sus amistades y relaciones.
Pero ante el vendaval, a Colom no le quedó más remedio que hacer un supremo esfuerzo y alinear a su bancada. Hoy en campo pagado presume de ser padre de la criatura y de haberle cumplido a Guatemala, y nada más lejano de la realidad porque la criatura casi se muere por la UNE y se salvó no por la firmeza ni la determinación del candidato sino por la firmeza y determinación de otros sectores que hicieron ver el daño que se estaba haciendo al país.
El voto a favor de la CICIG fue amplio y fuera del FRG, los Unionistas y el partido de Jorge Briz, todos apoyaron su creación por lo que es inmoral tratar de atribuirse la paternidad del proyecto. Lo que ahora cuenta es el aval político que se dé en el futuro a la actividad de la CICIG porque ella dependerá mucho de la voluntad que haya para combatir la impunidad en las esferas políticas del país.
El voto de ayer fue un gran paso, pero un paso al fin y al cabo, en la lucha contra la impunidad. Y fue posible no tanto por decisión de los políticos sino por la presión pública que se les puso al extremo de colocarlos en posición de que el voto de ayer desnudaría quién es quién con respecto a los vínculos con el crimen organizado. Y hasta los que ya se habían quitado la careta se la volvieron a poner.