Disparan a pacientes en Sudán del Sur


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Pacientes hospitalizados en Sudán del Sur han sido asesinados a tiros en sus camas y las instalaciones médicas han sido saqueadas y reducidas a cenizas, en una peligrosa muestra de irrespeto al sistema de salud que obligó al grupo Médicos Sin Fronteras a examinar sus operaciones en el país.

Por ILYA GRIDNEFF, YUBA, Agencia AP

El grupo de asistencia humanitaria señaló el miércoles que la violencia extrema y la falta de respeto por los trabajadores de la salud en Sudán del Sur han hecho su trabajo casi imposible.

Médicos Sin Fronteras denunció que sus miembros destacados en este país encontraron los cadáveres de al menos 14 personas en un hospital en Malakal durante el fin de semana y que muchos de los fallecidos recibieron disparos de arma de fuego cuando estaban en sus camas. Los rebeldes han estado combatiendo a las fuerzas gubernamentales por el control de la ciudad, que es capital de un estado productor de petróleo.

El líder del grupo Rafael Gorgeu dijo que las instalaciones de Médicos Sin Fronteras en las localidades de Leer y Bentiu fueron saqueadas y destruidas por completo. Añadió que no quieren irse de Sudán del Sur, pero deben considerar la situación de seguridad de sus miembros.

Los hombres que perpetraron los ataques han mostrado una «carencia absoluta de respeto por los trabajadores de la salud», dijo.

«¿Cómo quieren que nos quedemos hasta el último momento con la garantía de que nuestro personal y pacientes no serán un blanco?», añadió.

Gorgeu dijo que MSF no planeaba retirarse de Sudán del Sur, donde 800.000 personas están desplazadas y 3,2 millones necesitan alimentos con urgencia debido a los combates que se desataron a mediados de diciembre. Miles de personas han muerto en la ola de violencia.

A finales de enero miles de residentes huyeron cuando estallaron los combates en Leer, la ciudad natal del líder rebelde y ex vicepresidente Riek Machar.

MSF, que opera en Leer desde hace 25 años, evacuó parte de su personal, mientras que otros 240 huyeron a las afueras. Ellos regresaron esta semana para encontrar que su hospital, un centro que atendía a 300.000 personas, estaba destruido.

«No queremos salir de Sudán del Sur, definitivamente no, pero tenemos que estudiar la situación con mucho cuidado ahora», dijo Goregeu. «No es nuestra inversión, sino la confianza y el respeto lo que se realmente se pone en tela de juicio».