Dignos diputados en búsqueda de honorables


Eduardo-Villatoro-2014

Hasta el momento de escribir estos apuntes no me he enterado de justificadas reacciones de protesta, rechazo o crítica a la decisión adoptada por la fenecida Comisión de Postulación a Magistrados del Tribunal Supremo (¿?) Electoral al escoger a 40 aspirantes a esos cargos, cuyo listado ya está en poder del Congreso,  para que sean los honorables parlamentarios los que elijan a  los diez miembros titulares y suplentes de aquel cuerpo colegiado.

Eduardo Villatoro


Como el mismo Presidente del Organismo Legislativo lo declaró, se ha iniciado el cabildeo entre los jefes de bloques para escoger a los abogados que estarán al frente del TSE durante los próximos seis años, lo que significa que tendrán a su cargo la organización y fiscalización de las elecciones generales de dos periodos, comenzando con los comicios que serán celebrados a finales del año entrante, si San Caralampio y las circunstancias lo permiten.

   A los parlamentarios les corresponde verificar la idoneidad y honorabilidad de los mejores abogados/as, después de que éstos ya pasaron el colador de la Comisión de Postulación, que, para ser ecuánimes, realizaron una tarea muy aceptable, especialmente porque no se dejaron influir por algunos grupos interesados en colocar a sus piezas entre los 40 ungidos.

   Ahora bien, uno que es neófito en cuestiones legislativas se pregunta qué criterios aplicarán los diputados para elegir a los diez magistrados del TSE; si se dejarán llevar por sus impulsos, sus preferencias personales o por sus eventuales simpatías ideológicas, aunque en esta último sentido la inmensa mayoría de los congresistas se inclinan hacia la derecha y de acuerdo con los nombres de los 40 aspirantes son pocos los que disienten de esa postura, como el caso de la abogada Arabella Castro Quiñónez, de claros antecedentes conservadores, puesto que fue presidenta del Parlamento unicameral en dos períodos, postulada por el agonizante PAN, cuando este partido se encontraba en pleno dominio del escenario político.

   De esos 40 sobrevivientes tengo conocimiento del pensamiento progresista de varios/as de ellos/as; pero prefiero omitir sus nombres para no levantar olas ni despertar suspicacias de la predominante derecha; así como, hasta donde es posible verificarlo y al margen de preferencias políticas -porque también los aspirantes tienen su corazoncito- casi todos se distinguen por su rectitud profesional, con una que otra excepción,  además de su preparación académica y experiencia en diversos campos del ejercicio y práctica del Derecho y de la investigación jurídica y social.

   Pero esa integridad, en vez de ser un factor positivo, podría convertirse en un estorbo, tratándose de un procedimiento a ejecutarse en una institución eminentemente política en la que predominan favoritismos clientelares, intereses sectarios, ambiciones pecuniarias y otros factores y señalamientos que no dignifican, precisamente, a los parlamentarios.

   Quizá esta vez el Congreso nos asombre con una grata sorpresa, si los diputados se despojan de intereses egoístas  y  partidarias, y se dejan conducir por los caminos de la decencia y rectitud, eligiendo a los más capaces e idóneos, si desean rescatar el modelo político que encamina al país hacia la incertidumbre y el desastre.

   (El honorable Romualdo Tishudo afirma que un diputado le confesó: -Yo, los lunes, hasta que no tomo un café y son las seis de la tarde del viernes, no soy honorable)