Solución de conflictos


Editorial_LH

La nueva Ley de Túmulos contiene preceptos que prohíben la interrupción del tránsito vial por las protestas que frecuentemente ocurren en nuestro país derivado de la ausencia de respuesta lógica, pronta y cumplida de las autoridades a las demandas populares. Porque hay que entender claramente que el sentido de muchas de esas medidas de hecho se entiende cuando uno investiga en la causa de la reclamación y los antecedentes, puesto que generalmente los grupos que desesperados actúan interrumpiendo el tránsito, han llevado sus casos a la vía administrativa sin que nadie les atienda.


No se trata, desde luego, de la totalidad de los casos, pero la mayoría tiene origen en ese desinterés secular de nuestras autoridades por las cuestiones que afectan a los ciudadanos. Por ello es que ahora, con esa normativa que sin duda será motivo de discusiones respecto a su constitucionalidad, es imperativo que se mejoren los mecanismos de solución de conflictos para mejorar las condiciones de diálogo y afirmar de esa manera una vía que no requiera la adopción de medidas de hecho para lograr resultados en cuanto a la atención de las demandas de la población.
 
 Creemos que, efectivamente, la productividad nacional y la paz social se ven seriamente afectadas cuando se producen bloqueos de las rutas en el marco de protestas. Pero reiteramos que es importante entender el origen de muchas de ellas. Aparte son aquellas otras pactadas entre los manifestantes y el gobierno que los usan para lograr sus fines, como fue el caso del magisterio que bloqueo rutas en contubernio con las autoridades para asegurar que pasara en el Congreso la ampliación presupuestaria.
 
 El tema de fondo es que mientras no haya un instrumento ágil y eficiente para atender los reclamos de la sociedad, no habrá por supuesto paz y tranquilidad porque con ley o sin ella, la gente desesperada seguirá recurriendo a acciones de hecho para presionar. Sobre todo porque está demostrado que el que no grita, el que no protesta y el que no hace sentir su presencia incomodando al poder y a los otros ciudadanos, es como que no existiera y por ello los problemas en este país duran más de cien años con pueblo que los aguante.
 
 La legislación puede ser conveniente, pero no significa el cese de la protesta. La protesta callejera terminará el día en que los grupos sociales sean atendidos con propiedad y se disponga ágilmente del diálogo para buscar la solución a los problemas.
 

Minutero
El abandono aeroportuario
es ya tema legendario;
solo porque no hay cuarto mundo
seguimos en Tercer Mundo