Entiendo perfectamente que una máquina solo bajo presión funcione, por ejemplo, que los frenos de un vehículo automotor utilicen este sistema de manera hidráulica, pero está visto que el actual gobierno fue capaz de firmar un acuerdo con un sector de los servidores públicos y olvidarse que no tenía los recursos para poder cumplirlo, sino que esperó hasta que tenía bloqueadas todas las carreteras del país para hacerlo.

Utilizo el ejemplo anterior porque según nos hemos enterado, dentro de poco tiempo se vence el término para que la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) realice una inspección al Aeropuerto Internacional La Aurora y que si no cumple con los requerimientos podría perder la categoría I de la que ahora disfruta hasta que no solvente las múltiples deficiencias de las que adolece.

Vean qué caso. El gobierno de Pérez Molina que gasta millones en propaganda diciendo cumplir con su deber, ha permitido que los turistas visitantes no puedan utilizar un servicio sanitario en buenas condiciones de funcionamiento, no digamos limpio e higienizado. ¿Cómo va a ser posible que el aire acondicionado de las instalaciones no haya funcionado la mayoría del tiempo y que a estas alturas todavía solo lo haga al cuarenta por ciento de su eficiencia? ¿Para qué le sirve al pueblo ver todos los días en los medios de comunicación del país a nuestros funcionarios cortando cintas simbólicas o colocando primeras piedras, cuando tienen una de gran tamaño sobre sus cabezas, porque al bajar de categoría nuestro aeropuerto perdería una gran  cantidad de beneficios, entre otros, atraer más líneas aéreas a nuestro país?

¿Tanto cuesta haber presupuestado y ejecutar bien el mantenimiento de los edificios, sus instalaciones, las pistas, las fajas para transportar el equipaje o la iluminación del aeropuerto que debiera recibir adecuadamente a más de 550 mil turistas anualmente, no digamos a nuestros paisanos diciéndoles ¡bienvenidos! Pasen adelante y vengan a dejarnos su pisto, su amistad y su simpatía para que cuando regresen a su lugar de partida puedan gritar a los cuatro vientos que el pueblo está bien representado y que vale la pena regresar para, además, gozar de su clima y bellezas naturales?

No, como siempre es más fácil echarle la culpa a otro u otros. Por ejemplo, que Berger hizo esto, pero no hizo aquello; que las áreas de parqueo no las diseñaron bien; que la transparencia no fue la ideal cuando se le hicieron arreglos y tantas cosas más. Pero cosa distinta es la impunidad y la paciencia franciscana de nuestro pueblo para aguantar que pase gobierno tras gobierno sin que se castigue a los deficientes o corruptos funcionarios, como seguir sin ponerse las pilas para componer tantos entuertos con trabajo honesto,  capaz y sin tanta politiquería. ¿Para qué le van a cambiar el nombre a la oficina responsable, cuando lo que necesita es gente que llene dichos requisitos?