La Presidencia Imperial


factor-mendez

En las Ciencias Sociales se habla de países del centro y de la periferia y define a los países centrales como aquellos que son más desarrollados, que ejercen o tienen hegemonía política y económica sobre otros menos desarrollados, más pequeños, con economías débiles y dependientes, que en muchos casos, se convierten en “vasallos” de los países imperialistas, a éstos últimos se les denomina países de la periferia.

Factor Méndez Doninelli


De conformidad con esa caracterización de las Ciencias Sociales, en el caso de nuestro Continente (Americano), se sabe que los Estados Unidos de América es el país del centro y que el resto de Naciones somos los países de la periferia. En el caso de Centro América el asunto es más patético, pues además, los norteamericanos nos ven como su “patio trasero”, según lo definió así en el Siglo pasado uno de los expresidentes del imperio estadounidense. De acuerdo con esa despectiva “clasificación”, para los imperialistas los países centroamericanos además de periféricos, somos también el patio trasero de los Estados Unidos.

Tales condiciones como país (periféricos, vasallos, patio trasero), nos coloca en desventaja respecto al país hegemónico central. Debido a ser dependientes, sucede que se vulneran derechos, en particular me refiero a los derechos de soberanía y de libre determinación. Otras veces ocurre que algún gobernante de los países periféricos se deja manipular por los intereses imperialistas, al extremo de aceptar órdenes de la presidencia imperial.

En Guatemala ocurre lo anterior, ha sucedido desde el Siglo pasado, al extremo que en alguna ocasión el aguzado periodista Clemente Marroquín Rojas, fundador de La Hora, calificó al Embajador de la presidencia imperial como un “procónsul”, calificativo muy bien puesto, debido al grado de intromisión de estos personajes diplomáticos en los asuntos internos del país.

La presidencia imperial acostumbrada a imponer “sus razones”, vuelve a repetir la historia en Guatemala, metiendo su cuchara en todo lo que se le antoja, intentando hacer valer sus criterios y sugiriendo por medio de su procónsul, qué tienen que hacer los gobernantes. Esa incómoda situación no es del agrado de los mandatarios guatemaltecos, quienes manifiestan indignación por la intromisión coercitiva de la presidencia imperial en asuntos de exclusiva incumbencia de los guatemaltecos. Lo consideran un abuso que daña las relaciones armónicas y respetuosas que deben prevalecer entre los Estados.

Como la costumbre se vuelve ley y la presidencia imperial sabe que en el país encuentra entre oligarcas, terratenientes, empresarios y militares a los mejores aliados y socios, entonces hacen lo que les da la gana.

La asistencia del gobernante Pérez a la II Cumbre del ALCA, hace pocas semanas en La Habana, Cuba y la relación breve con gobernantes suramericanos, le despertó ansias antiimperialistas y el deseo nacionalista por recuperar la dignidad de país, esa oxigenada del gobernante hizo que reaccionara con agresividad a las declaraciones de altos funcionarios estadounidenses, referidas a las adopciones y resarcimientos pendientes.

Lo que más ha enchinchado al gobernante Pérez, son las opiniones  expresadas por el procónsul, en relación a lo resuelto por la Corte de Constitucionalidad (CC), que redujo el mandato de la actual Fiscal General y Jefe del Ministerio Público, Claudia Paz y Paz. La misma resolución ordena al Congreso Nacional instalar y juramentar a la Comisión Postuladora, responsable de calificar expedientes de profesionales interesados en postularse al cargo.

La decisión de la CC ha sido cuestionada por sectores civiles y aunque ya fue integrada y juramentada la Comisión Postuladora, la CC debe resolver algunos recursos de oposición.

Bajo tal asedio de la “intromisión extranjera”, el gobernante Pérez debe recordar que Guatemala es receptora de cooperación internacional de diversas fuentes y que para recuperar la dignidad de la Nación, los gobernantes deben  dejar de ser limosneros o resignarse, porque… “El que paga ordena.”