Un abreviado trayecto histórico de la infamia


Eduardo-Villatoro-2014

He permanecido al margen del conflicto originado por una resolución de la Corte de Constitucionalidad, porque he arribado a la conclusión que cuando las clases dominantes y sus fieles servidores adoptan una decisión por contradictoria que sea, argumentos de periodistas de opinión, tan indoctos como yo, ni siquiera las ojean, especialmente si se toma en consideración que hasta declaraciones del embajador norteamericano fueron ignoradas, después de que funcionarios de la cima gubernamental y almas virtuosas caciferas y sus corifeos indicaron que es una abusiva intromisión de Washington en asuntos internos de Guatemala, lo que no ocurrió en 1954 y años subsiguientes cuando se impuso la intervención de Estados Unidos.

Eduardo Villatoro


A cuenta de qué –despreciarían talentosos juristas al frente de la CC– un aprendiz de los rudimentos del Derecho que no se ha dedicado a esa profesión como medio de vida, se atreve a rebatir profundos criterios de ilustres juristas elevados al trono de la sabiduría constitucionalista, que determinaron que el Congreso debe acatar de inmediato un fallo que ampara provisionalmente –es decir, que no es definitivo– a una persona que carece de legitimidad jurídica en este procedimiento, porque en Guatemala nadie está en capacidad de redargüir el insondable conocimiento de los cimeros jurisperitos.

Al cobijo de ese paradigma se elevan los intolerantes y amenazantes grupos que siempre han erigido su voluntad y se exacerban sus ánimos para retomar con insistencia sus ataques personalizados, con lo que reconstruyen la polarización ideológica, porque algunos de sus radicales adversarios tampoco han guardado las hachas de guerra, de modo que pareciera que no hemos superado las profundas diferencias que nos condujeron a una guerra intestina que desangró al país durante 36 años.

Mientras estos sucesos casi nos obligan a los guatemaltecos medianamente ilustrados de los centros urbanos a asumir posiciones beligerantes, fenómenos geopolíticos diferentes se registran en otras latitudes que en el reciente pasado fueron ámbitos de discordia que estuvieron a punto de desencadenar enfrentamientos de envergadura de magnitud mundial, como lo ocurrido en 1962 entre Estados Unidos y la desaparecida Unión Soviética, por la instalación de misiles en Cuba; las múltiples ocasiones en que ha pendido de un hilo la precaria pacificación de la península coreana, y la permanente hostilidad entre China Popular y Taiwán.

Despachos de la prensa internacional dan cuenta que una delegación del gobierno de Corea del Norte se prepara a entablar negociaciones con una representación de Corea del Sur, para llegar a entendidos primarios sobre temas cruciales, a fin de lograr la convivencia pacífica entre dos sistemas antagónicos.

Similar procedimiento se dibuja entre los gobiernos de Pekín y Taipei, pues una comisión taiwanesa se dispone a viajar o ya está aposentada en una ciudad de la China Continental, para encaminarse a la búsqueda de soluciones políticas a los constantes enfrentamientos retóricos entre ambas partes, ante el beneplácito mundial.

Una encuesta levantada en el estado norteamericano de Florida., donde reside una elevada población de cubanos anticastristas, revela que el 63 % apoya la reanudación de  relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, que coincide con el 62 % de los encuestados latinoamericanos residentes en todo Estados Unidos.

Pero los guatemaltecos somos incapaces de vivir en armonía porque no podemos perdonar, menos pedir perdón ni tendernos las manos en señal de reconciliación.

(Según Romualdo Tishudo, las reglas de la extrema derecha son: 1, Siempre tenemos la razón. 2, Si estamos equivocados lean la primera regla).