Una de las personas admirables por su visión hacia el futuro como uno de los sociólogos destacados mundialmente es Immanuel Wallerstein. Sus predicciones sobre los cambios sociales y económicos mundiales se basan en elementos reales que ahora ocurren y cuya evolución él predice con bastante exactitud. Guatemala no escapa.
En un artículo publicado hace un año en el diario La Jornada de México, Wallerstein pregunta y responde: ¿Qué es lo que sabemos del sistema-mundo en el que estamos viviendo? Primero que nada, que se trata de una economía-mundo capitalista, cuyo principio básico es la incesante acumulación de capital. Segundo, que es un sistema histórico que, como todos los sistemas (desde el universo como un todo hasta los más mínimos sistemas nanoscópicos), tiene vida. Surge a la existencia, vive su vida normal, de acuerdo con reglas y estructuras que crea, y luego, en cierto punto, el sistema se aparta demasiado del equilibrio y entra en una crisis estructural. Tercero, que nuestro actual sistema-mundo ha sido un sistema polarizante, en el que existe una brecha que crece constante entre los Estados y al interior de los mismos.
Desde 2011, Wallerstein, el investigador principal de la Universidad de Yale, consideraba que el dólar ha entrado en un proceso grave e irreversible de pérdida de valor como moneda de reserva mundial, acentuando que era “el último poder serio que mantenía Estados Unidos”. “Los daños son hechos concretos, la situación de los Estados Unidos es grave y no es recuperable”, recalcó.
Ahora que las últimas noticias de los EE. UU. nos indican que el imperio comenzó a quitar prestaciones a sus ciudadanos, vemos cómo las predicciones de Wallerstein no han sido risibles. Por el contrario, notamos que el dólar declina constantemente en su poder y la incertidumbre se hace cada vez más patente para quienes entienden sobre la economía mundial. Sabemos que los resultados podrían ser caóticos para el sistema mundial porque “no habrá una moneda de reserva internacional” y tampoco existen condiciones para que otra moneda pueda ocupar ese padrón.
En los Estados Unidos corre la noticia de que recortarán prestaciones a los jubilados. Una publicación de CNN indica: “El gobierno de EE. UU. debería destinar una mayor parte de su gasto a atender a los más jóvenes; los programas de atención a personas de la tercera edad deben ser recortados.” En el mismo despacho de CNN, la economista Isabel Sawhill, miembro del centro de investigación Brookings Institution y de un comité de expertos bipartidista, intenta hacer sonar la alarma: los tres grandes programas de ayuda social –Medicare, Social Security y Medicaid– causarán estragos a la economía de EE. UU. si no se recortan.
Increíblemente, Wallerstein predijo desde 2011 lo siguiente: Mientras esto ocurre en un nivel macro de la economía norteamericana, paralelamente también en un plano más local se vienen produciendo serios problemas económicos. “Comunidades urbanas pequeñas están entrando a la bancarrota y por ejemplo no pueden pagar las jubilaciones”, indicó el científico social.
El investigador considera que en su país la clase media es la más afectada porque de un día a otro las familias pierden posición y los trabajadores que perdieron su empleo no pueden hallar otro puesto, especialmente las personas entre 40 y 60 años, llegando incluso a perder sus casas. Es una situación que actualmente no tiene solución y no se observa posibilidad de encontrar una válvula de escape.
Además, Wallerstein señala que “la situación en Estados Unidos va a empeorar porque se va a eliminar la posibilidad de que el gobierno sostenga gastos necesarios en este momento, creándose una situación peor que la actual. La fantasía del Tea Party está llevando a Estados Unidos y por consecuencia a todo el mundo en dirección de un crash”.
Guatemala debe poner su barba en remojo. ¡Ya no más préstamos!