Expectación en Palma ante el día D de la infanta Cristina


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Cuando la infanta Cristina entre mañana en la sala de vistas, una de las primeras cosas que verá será el retrato del rey Juan Carlos. La imagen del monarca preside el lugar en el que su hija pequeña declarará como imputada en un caso de corrupción que ha hundido la imagen de la monarquía española.

Por Sara Barderas, Palma, Agencia dpa

«Sala de vistas F». El letrero cuelga junto a la puerta de madera marrón roble, en un pasillo del segundo piso de los juzgados de Via Alemanya, en Palma de Mallorca.

«Es la misma sala en la que Iñaki Urdangarin declaró la primera vez como imputado, el 25 de febrero de 2012», explicaban hoy los servicios de prensa de Justicia. Una declaración en la que el duque desvinculó a su mujer de los negocios que llevó a cabo al frente del Instituto Nóos y por los que probablemente acabará siendo juzgado.

Por esos pasillos un tanto lúgubres con mobiliario de los años 70 se vio hoy al juez José Castro, periódico en mano y con el cansancio reflejado en la cara, atrayendo todas las miradas. Es el coprotagonista de la historia que se escribe mañana. «Un juez implacable al que no le tiembla el pulso», según le define la prensa estos días.

A sus 68 años y próximo a la jubilación, ha sentado a la hija del rey ante la Justicia para que dé explicaciones en el caso de corrupción que protagoniza su marido y en el marco del cual el magistrado ve indicios de que la infanta pudo cometer fraude fiscal y blanqueado de dinero. Luego decidirá si procede acusarla formalmente o si se archiva todo sin ningún cargo contra ella.

«Esta mañana casi se lo comen. Se han lanzado a él cuando llegaba». La queja es hacia la prensa. Las cámaras y las unidades móviles tomaron hoy las inmediaciones del juzgado. Y los periodistas deambulaban por la zona en busca de información y detalles, abordando a personal de los juzgados, a vecinos del barrio y a dueños y camareros de bares y cafeterías cercanas.

Hay 350 acreditados de más de 90 medios. Entre ellos, muchos internacionales, como la CNN, Al Yazira o una televisión iraní.

La declaración por corrupción ante un juez de la hija pequeña del rey es un hito histórico. Y un reto a la seguridad.

El despliegue policial, superior al que acompañó a Urdangarin en sus dos declaraciones como imputado ante Castro, es de 200 efectivos para blindar la zona. A los antidisturbios de Mallorca se sumaron unidades de la Península. Las fuerzas de seguridad sellaron las alcantarillas tras revisar el subsuelo. Un helicóptero vigila desde el aire. El perímetro de seguridad será mañana grande, con varios cordones policiales. Y habrá en marcha inhibidores de frecuencia.

«No sé por qué tanto lío, si aquí nunca pasa nada. Somos gente pacífica», se quejaba Manel, en edad de jubilación.

Para mañana se esperan protestas contra la monarquía y contra la corrupción, si bien oficialmente solo se ha comunicado una concentración republicana en la que se prevé que participen tres centenares de personas. Los manifestantes estarán a más de cien metros del lugar en el que la infanta pondrá pie en el suelo.

Según la prensa local, la seguridad también se extendió al domicilio del juez Castro y un helicóptero sobrevuela el tranquilo barrio de El Molinar, donde el magistrado tiene su casa en venta.

La infanta Cristina aterrizará mañana por la mañana en Mallorca, la isla en la que pasó los veranos de su infancia y su juventud, disfrutando de su afición a los deportes náuticos, un lugar al que regresaba cada año hasta hace poco. Desde el aeropuerto será escoltada por la Guardia Civil hasta el juzgado. En el patio, al final de la rampa que da acceso a él en la parte trasera los días que, como el sábado, está cerrado, la esperarán cámaras y flashes.

Tiene permiso de las autoridades judiciales para bajar esa cuesta en automóvil hasta la misma puerta. Pero se desconoce si, como hizo su marido, en el último momento decidirá bajar del vehículo y hacerla a pie. Un vía crucis mediático y social en toda regla. El «paseíllo», como se conoce popularmente.

«Debería dar la cara», decía Manel. «Lo que aquí se rumorea es que va a hacerlo», señalaba un trabajador de los juzgados, donde hoy se apostaba sobre si finalmente se atrevería o no la infanta.

Decida lo que decida, subirá hasta la segunda planta y accederá a la «Sala de vistas F», donde se prevé un largo interrogatorio, que será grabado en audio.

La infanta se sentará en el centro. A su izquierda, en un lateral, sus dos abogados. A la derecha, en el otro, el fiscal Pedro Horrach, contrario a su imputación, por lo que lo tiene de su lado; y los abogados de las acusaciones. Enfrente tendrá al juez Castro, cara a cara. Y el retrato de su padre.