¿En dónde está la reforma educativa?


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Excelente trabajo hizo el Ministerio de Educación al impulsar la reforma educativa. Claro, me refiero al trabajo “en papel”, en las propuestas y los planes, porque dentro de las aulas la reforma es un verdadero fiasco.

El error no solo consistió en ampliar a cinco años la formación de los maestros, lo que inviabilizó por completo la carrera para los jóvenes que tienen interés y necesidad en trabajar en el área de la enseñanza, porque ahora, además de pagar por los dos años de su formación en el nivel medio –porque la educación pública ni siquiera es gratis–, deberán costearse otros tres años de estudios universitarios, y luego, cuando por fin se gradúen, solo podrán aspirar a salarios de miseria.

Javier Estrada Tobar
jestrada@lahora.com.gt


Las dimensiones del tremendo error van mucho más lejos, porque hasta ahora nadie se preocupó para que esos cinco años de estudios sean verdaderamente efectivos y se mejore la calidad educativa como se propuso inicialmente. De esas mejoras, no hay garantías.

El Currículum Nacional Base del Bachillerato en Ciencias y Letras con orientación en Educación –publicado en el portal www.mineduc.gob.gt– indica que uno de sus propósitos es la “promoción de una educación con excelencia y adecuada a los avances de la ciencia y la tecnología”.

¿Avances de la ciencia y tecnología? Parece un chiste. Los institutos están en condiciones precarias. Los techos se caen, los baños no funcionan, los pupitres se deshacen. ¿De dónde van a sacar los fondos para pagar los laboratorios de química, las computadoras, la conectividad?

Otro de los ridículos propósitos del Bachillerato es dar “impulso a procesos educativos basados en el aprender a hacer, aprender a conocer y pensar, aprender a ser, aprender a convivir y aprender a emprender”.

Posiblemente sea una buena idea, pero no hay que olvidar que los profesores de los institutos, en su mayoría, no aplican métodos de enseñanza por competencias con carácter constructivista. No porque no lo sepan, sino porque no hay una sola motivación para mejorar. No sorprenderá que continúen las tradicionales clases magistrales y repetitivas, que no ayudan a aprender, sino a memorizar.

Otro propósito es “la promoción de una formación ciudadana que garantice en los centros educativos experiencias que construyan una cultura de paz sobre la base de los valores de respeto, responsabilidad, solidaridad y honestidad, en concordancia con la democracia, el Estado de Derecho, los Derechos Humanos y, ante todo, con la participación orgánica de la comunidad educativa y la sociedad civil”.

No se le encuentra pies ni cabeza a esta idea. Hace unos años el Ejecutivo repelió con extrema violencia las protestas estudiantiles que se realizaron contra la reforma educativa. Incluso, los policías que agredieron a los estudiantes intentaron amedrentar a los periodistas que estuvimos cubriendo esos sucesos. ¿De qué clase de Derechos Humanos están hablando?

Creo que el Ministerio de Educación carece de solvencia moral para referirse a la construcción de una cultura de paz, y las autoridades carecen de suficiente inteligencia para darse cuenta de los errores que están cometiendo con el sistema educativo. Algún día se darán cuenta que su reforma educativa debió ir a la basura.