Muchos de los hispanos que siguieron el discurso del martes en la noche del presidente Barack Obama notaron que el mandatario apenas si mencionó el tema de la reforma migratoria. Pero talvez pocos cayeron en cuenta que el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, el representante de Ohio John Boehner, aplaudió la breve mención.
El gesto es notable porque el hecho de que Obama sólo dedicara unos segundos al tema, durante su discurso anual del Estado de la Unión, no es una mala señal, sino al revés: se trata de una estrategia política para dar a los republicanos el espacio y protagonismo que necesitan y llegar a un acuerdo para aprobar una reforma migratoria, que tiene posibilidades de ser aprobada este año, dijeron varios expertos y analistas entrevistados.
«Inmigración es uno de los pocos temas en los que el Presidente cree que él y el Congreso pueden llegar a un compromiso» dijo Tamar Jacoby, presidenta de Immigration Works USA, una organización que trabaja para cambiar y mejorar las leyes de inmigración del país. «Él sabe que este es un tema en el que puede estar de acuerdo con los republicanos y en el que cree se puede aprobar legislación de forma conjunta, así que tiene sentido comedirse ahora para lograr que ocurra más adelante este año».
Precisamente si Obama hubiera sido más agresivo y hubiera aprobado una orden ejecutiva para frenar las deportaciones durante su discurso -tal como le pedían muchos activistas- no habría habido posibilidad de que una reforma para cambiar las leyes de inmigración hubiera sido aceptada por el Partido Republicano, dijeron los abogados, profesores y expertos entrevistados.
Varios grupos y organizaciones de jóvenes universitarios que fueron llevados ilegalmente al país cuando eran niños, conocidos como los dreamers, al igual que algunos congresistas demócratas, habían exigido a Obama que no siguiera separando a familias inmigrantes con las deportaciones y algunos expresaron decepción el martes tras ver que en el discurso el presidente no hacía mención del tema.
Pero expertos consultados por la AP dijeron que líderes del Partido Republicano quieren que se apruebe una reforma migratoria en 2014, año de elecciones parlamentarias de algunos distritos electorales.
Los analistas destacaron que constituye un gran avance que, entre los temas que se van a discutir como prioridades durante las jornadas de retiro que ese partido inició hoy en Maryland, sea el de la inmigración ilegal.
Los republicanos esperan emitir pronto una serie de principios que regirán su agenda migratoria, dijo Boehner en rueda de prensa.
«Como ustedes saben, nos iremos a un retiro el miércoles, el jueves tendremos la discusión sobre inmigración, vamos a delinear nuestros principios para una reforma migratoria y tendremos una conversación con nuestros congresistas», dijo el líder de la mayoría republicana. «Una vez que tengamos esa conversación vamos a tener una idea de que es lo que nuestros congresistas quieren hacer».
Obama centró su discurso del martes en la desigualdad y en su programa para frenar la pobreza. Propuso un aumento al salario mínimo a por lo menos 10.10 dólares la hora.
El Presidente destacó que si el país toma en serio el crecimiento económico es momento de escuchar a líderes sindicales, religiosos y a las autoridades policiales y solucionar los problemas que plagan el sistema migratorio del país.
«Economistas independientes dicen que una reforma migratoria hará crecer nuestra economía y reducirá el déficit en casi un billón de dólares en las próximas dos décadas», dijo Obama.
La reforma migratoria ha quedado estancada en el Congreso porque la mayoría republicana en la Cámara de Representantes se ha negado a debatir un proyecto de ley aprobado en junio por el Senado, de mayoría demócrata, que incluye la opción a la naturalización de 11 millones de inmigrantes que viven sin autorización en el país.
Boehner rechazó llevar a discusión de la Cámara el proyecto de ley aprobado por el Senado.
Varios legisladores republicanos han dicho que se oponen a la naturalización porque creen que significaría premiar a personas que infringieron la ley al entrar a Estados Unidos sin permiso.
En lugar de abordar un proyecto de ley que trate todos los temas de manera integral, la Comisión Judicial de la Cámara, instancia a la que arribó el proyecto senatorial, ha preferido abordar el tema por partes.
El debate sobre los cambios en las leyes de inmigración prosigue en un año en que muchos legisladores enfrentan elecciones, lo que representa un arma de doble filo, opinó Peter Siavelis, profesor de ciencias políticas y director del programa de Latinoamérica y Estudios Latinos de la Universidad de Wake Forest, en Carolina del Norte.
«Los (candidatos) demócratas y los republicanos moderados quieren hacer algo, quieren aprobar algo ante el votante, pero al mismo tiempo si están en distritos vulnerables tienen que ir con mucho cuidado porque apoyar cualquier aspecto de una reforma migratoria les expone a muchas críticas», dijo Siavelis.
Grupos activistas a favor de una reforma, como el Center for American Progress, se mostraron optimistas el miércoles al asegurar que los republicanos saben que el problema migratorio debe solucionarse y que necesitan el apoyo demócrata para lograrlo.
No mostraron preocupación por una historia del New York Times del martes que aseguró, con base en información de asesores de congresistas cuya identidad no fue revelada, que dentro de los principios en materia de inmigración que anunciaran los republicanos está la legalización de los inmigrantes que cruzaron sin visa la frontera y otorgar la ciudadanía a sus hijos, que trajeron ilegalmente al país cuando eran niños.
La oficina de Boehner no confirmó a The Associated Press esta información.
«Tenemos todo el año para negociar con los republicanos», dijo Kevin Appleby, director de asuntos migratorios y relaciones públicas para la Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos. «Los principios que anunciarán son sólo un punto de partida, no el punto final».
En su respuesta oficial al discurso de Obama, Cathy McMorris, representante federal y presidenta de la Conferencia Republicana, dijo que abordarán la aprobación de la reforma paso a paso, con distintos proyectos de ley para cada asunto en particular, no sin que antes «asegurar la frontera».
Aunque las deportaciones han llegado a cifras récord durante la presidencia de Obama, con un promedio anual de casi 400 mil deportados, el presidente fue reelegido en 2012 con 71% del voto hispano.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dedicó la noche del martes poco más de un minuto de su discurso sobre el estado de la unión, el más importante del año, a la reforma migratoria, pese a que su equipo la sigue calificando como una prioridad de su mandato.
Para ser exactos, fueron 65 segundos (si se descuentan los aplausos) ahogados en una alocución de algo más de una hora -aplausos incluidos también-, en los que el mandatario demócrata apenas se limitó a reiterar lo que lleva diciendo desde hace más de un año:
«Si hablamos en serio sobre el crecimiento económico, es hora de responder al llamamiento de nuestros líderes empresariales, laborales, espirituales y de cumplimiento del orden público y arreglar nuestro sistema de inmigración que no funciona», reclamó.
«Consigamos este año aprobar una reforma migratoria, ya es hora», insistió la noche del martes.
Para reforzar con imágenes sus breves palabras, la Casa Blanca había invitado al palco desde el que presenció el discurso la Primera Dama, Michelle Obama, a un conocido activista proinmigración, Cristian Ávila.
Él es uno de los jóvenes dreamers -los que califican para una popular, pero fracasada iniciativa legislativa que hubiera garantizado la legalización a jóvenes que llegaron al país de pequeños y que cursan estudios superiores o sirven en el Ejército- que a finales del año pasado ayunó junto a otros activistas ante el Congreso para presionar por avances migratorios, sin éxito hasta ahora.
Una imagen potente, consciente como es la Casa Blanca de que las organizaciones proinmigración, uno de los grupos de cabildeo más activos de Washington, habían dejado claro que analizarían detenidamente cada palabra y gesto de Obama sobre esta materia.
Al fin y al cabo, la reforma migratoria que ofrezca una vía a la ciudadanía para los 11,7 millones de indocumentados del país es una promesa incumplida de su primera campaña, en 2008, que volvió a renovar tras su reelección en 2012, consciente de que el voto latino fue clave para su segunda victoria electoral.
Con todo, sus deseos -y promesas- de cerrar 2013 con una reforma migratoria se estrellaron, al igual que en el caso de una legislación para un mayor control sobre las armas, ante un Congreso donde la oposición republicana que domina la cámara baja le puso el freno a cualquier iniciativa.
Ahí reside, señalan fuentes de la Casa Blanca consultadas, la clave del cuidado, por no decir laconismo, con que el mandatario tocó el tema en su crucial discurso anual.
El «equilibrio» que busca Obama es «seguir presionando para lograr que se consiga (la reforma migratoria) de una manera en que se deje espacio para que (los republicanos) puedan hacer lo necesario para ello», explican las altas fuentes bajo condición de anonimato.
Y es que tras meses de bloqueo, la oposición republicana se apresta ahora a abrirse al debate migratorio, aunque con muchas condiciones: rechazan un paquete integral como el que aprobó el Senado y apuestan a cambio por iniciativas legislativas individuales, además de oponerse, en principio, a la opción de la ciudadanía que la Casa Blanca ha calificado, al menos hasta ahora, como innegociable.
De hecho, esta misma semana los republicanos quieren anunciar una serie de «principios sobre inmigración» que deberían cuanto menos abrir la puerta del Congreso al tan esperado debate de un tema que sigue generando un rechazo intenso por los sectores más conservadores del partido en la oposición.
Y Obama, consciente de lo que está en juego, no quiere poner más presión a unos republicanos que podrían arriesgar mucho simplemente con abrirse a debatir la migración en un año de elecciones parlamentarias como éste, señalan sus círculos cercanos.
Así interpretaron también sus palabras algunas de las principales voces del movimiento migratorio en el país.
«No esperábamos mucho del discurso en materia de reforma migratoria (…) pero lo comprendemos. En el loco mundo de Washington, cuanto más diga sobre reforma migratoria, más probable es que los republicanos se resistan a ella», dijo el director de America’s Voice, Frank Sharry.
El problema sin embargo es que esta estrategia de cautela podría estallarle en la cara a Obama si no logra convencer para que se calmen también los activistas que siguen reprochándole que no haga más de forma individual -por medio de órdenes ejecutivas como la que anunció el martes para aumentar el salario mínimo de subcontratados federales- en un tema apremiante para decenas de miles de familias.
«Obama tiene la responsabilidad moral (…) de impedir la deportación de aspirantes a ciudadanos debido a la falta de acción del Congreso», exigió la directora del National Immigration Law Center, Marielena Hincapié.