El salón de la casa de Fidel Castro en La Habana fue también uno de los espacios protagónicos de la reciente cumbre de la CELAC.
Una decena de presidentes, desde aliados cercanos como el venezolano Nicolás Maduro hasta el mexicano Enrique Peña Nieto, se dejaron retratar en los últimos días junto al exmandatario cubano, convertido casi en un venerado líder histórico de la región.
También el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, estuvo en casa del octogenario exjefe de Estado cubano, que ha vuelto al centro de atención pese a vivir retirado de los focos públicos desde hace años. «Quedé muy conmovido y profundamente impresionado», comentó el martes Ban después de estar en la residencia de Castro, en el oeste de La Habana. Ban fue invitado especial de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) del martes y miércoles, una cita que reunió a 33 países, todo el continente americano con excepción de Estados Unidos y Canadá.
«Incluso físicamente está muy fuerte, hasta donde pude ver», aseguró el surcoreano tras ser recibido por Castro.
¿Una forma de hacer política? En particular la visita de Peña Nieto fue vista como un símbolo de la mejoría en las relaciones bilaterales entre México y Cuba, que se enfriaron bastante en las últimas dos décadas, sobre todo durante las presidencias del conservador Partido Acción Nacional (PAN) entre 2000 y 2012.
La visita de Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), es vista como un intento por recomponer esos vínculos, tradicionalmente amigables desde el triunfo de la Revolución cubana en 1959.
La presidencia de México difundió imágenes de Peña Nieto al lado de Castro, al que el mandatario mexicano calificó como «líder político y moral de Cuba», según el comunicado.
Poco antes de la visita, México condonó a Cuba el 70 por ciento de su deuda, de más de 487 millones de dólares. El predecesor de Peña Nieto, Felipe Calderón, estuvo en La Habana poco antes de dejar el poder en 2012, pero no fue recibido por Fidel Castro.
La foto salió «muy cara», ironizó ahora el líder del PAN, Gustavo Madero. «Creo que le tuvieron que condonar de la deuda».
Los medios estatales de la isla publican desde hace días imágenes de Castro recibiendo a los visitantes en el salón de su casa. Al veterano político de 87 años, que reapareció hace poco en público después de meses de ausencia mediática, se le ve en ellas con la ropa deportiva con la que suele ser retratado en los últimos tiempos.
El jueves fue el turno de Maduro, un habitual de la residencia de Castro. Por la casa también desfilaron en la última semana la brasileña Dilma Rousseff, la argentina Cristina Fernández de Kircher y el uruguayo José Mujica, entre otros.
Simbólicamente, varios mandatarios del bloque de izquierdas del ALBA – el ecuatoriano Rafael Correa, el nicaragüense Daniel Ortega y el boliviano Evo Morales-, se fotografiaron juntos alrededor de Castro.
Las imágenes sugieren el beneplácito del castrismo. No se conocieron por ejemplo de reuniones con el colombiano Juan Manuel Santos, pese a la colaboración entre ambos países en el actual proceso de paz con las FARC, o con el chileno Sebastián Piñera.
El político conservador, que deja el cargo en marzo, fue también el único que se reunió con una conocida disidente, la líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, durante su estancia en la isla.
Las críticas a la figura de Fidel Castro se han hecho raras en los círculos oficiales del continente últimamente. Sólo desde Estados Unidos se escuchan con regularidad ataques contra Castro, en particular de la numerosa comunidad del exilio cubano anticastrista.
Fidel Castro gobernó la isla durante casi medio siglo tras el triunfo de la revolución que derrocó a Fulgencio Batista en 1959. Odiado y admirado casi por igual por detractores y simpatizantes, Castro sigue siendo uno de los políticos que más pasiones despierta en el mundo entero.
En 2006 delegó el poder en su hermano Raúl tras sufrir una grave enfermedad intestinal que lo puso al borde de la muerte. En los últimos años sus apariciones se han hecho cada vez más escasas. Tampoco publica ya casi las «reflexiones» que solía difundir en la prensa cubana en los primeros años tras su convalecencia.