El Congreso tiene la brasa caliente en sus manos, puesto que le corresponde establecer las partidas para cumplir con los compromisos que se adquirieron tanto con los maestros como con los trabajadores de salud, beneficiados por sendos pactos colectivos que implican un aumento salarial pactado para cobrar vigencia a partir de este mes de enero. La no aprobación del Presupuesto General de la Nación obliga a trabajar con el presupuesto del año anterior que, obviamente, no contemplaba esa obligación en el rubro de funcionamiento y por lo tanto se está gestionando la ampliación para asegurar el pago.
Creemos que de todos modos el Congreso terminará cediendo a la enorme presión del magisterio y de los salubristas, tal y como se evidenció cuando aflatados aseguraron que más de 140 votos estaban listos para aprobar la ampliación. Tarde o temprano levantarán la mano para satisfacer esa demanda y las tardanzas actuales sólo se entienden en el eterno marco del chantaje que caracteriza las negociaciones en el Congreso de la República. En otras palabras, se ponen los moños para no dar su voto gratis y sacar algún beneficio, sea político o personal, mediante negociaciones que tienen como telón de fondo la ampliación presupuestaria.
Pero los que están ya pagando las consecuencias son los alumnos de los establecimientos públicos, de por sí afectados por la deficiencia en el servicio de enseñanza, pero que ven agravada su carencia cuando ni siquiera se presentan los maestros porque están ejerciendo presión para lograr el aumento pactado. Por ello es que sostenemos que los diputados tienen que pensar primero, en las circunstancias actuales, en los alumnos y los pacientes o potenciales pacientes del sistema de salud.
Si hay que ajustar cuentas a funcionarios irresponsables que suscribieron pactos colectivos sin respaldo, contrayendo algo que es igual a la deuda flotante y por lo tanto con aristas de ilegalidad, se puede proceder por las vías correspondientes, pero es un hecho que en estas condiciones no podemos mantener a miles de niños y jóvenes que están esperando la solución del conflicto para reiniciar su proceso de aprendizaje que, por malo y deficiente que sea, según lo demuestran los informes de rendimiento de las escuelas e institutos públicos, es aun así mejor que nada.
Lástima grande que cuando negociaron los pactos colectivos no se compensara el aumento con demandas de mayor rendimiento y eficiencia de los servidores públicos para elevar el nivel de las escuelas y de los hospitales y centros de salud. Pero como fue un arreglo politiquero, quedar bien era lo que contaba.
Minutero:
Al ritmo de nuestro Congreso
puede ser largo el receso
y la cátedra vacante
perjudica al estudiante