Edmond Mulet ha sido nombrado Subsecretario General de las Naciones Unidas a cargo de las operaciones de paz de la entidad mundial, lo cual constituye un honor para su país, Guatemala, pero indudablemente que es un reconocimiento que enaltece sobre todo a la figura de este abogado guatemalteco que ha tenido una importante carrera en el foro, además de haber destacado en política y luego en el mundo diplomático.
Se sabe que el desempeño de Edmond Mulet en Naciones Unidas, entidad que le tenía a cargo de la operación de paz en Haití y de donde saldrá el mes de septiembre para dirigir desde Nueva York todas las operaciones de paz que realiza alrededor del mundo esa importante organización multinacional, ha sido reconocido no sólo por el actual Secretario General sino por su antecesor y, lo más importante, a esas posiciones llegó sin la palanca de su propio país, es decir, no está en donde está por el cabildeo de nuestra cancillería sino que, como dicen algunos, a pesar de ésta, sobre todo bajo la anterior administración del señor Briz.
El ejemplo del licenciado Edmond Mulet es importante porque se suma al que diariamente y en forma silenciosa realizan cientos de miles de compatriotas que han tenido que emigrar de nuestro país por la falta de oportunidades para realizarse plenamente como seres humanos, y quienes con su trabajo dedicado y cumplido han demostrado en Estados Unidos, sobre todo, que somos un pueblo de gente de bien, responsable y trabajadora que al recibir el espacio para actuar, lo hace con tanto orgullo como empeño.
Creemos que Edmond Mulet es un caso excepcional, por supuesto, pero que es una especie de muestra paradigmática de lo que pueden hacer los chapines en cualquier lugar del mundo cuando tienen la oportunidad de mostrar sus habilidades y talentos. Y su ascenso en las Naciones Unidas es además un estímulo para esos miles de compatriotas que tratan de ganarse la vida y de hacer su vida misma en el extranjero como resultado de su afán de superación. Es una muestra de que tenemos la madera y el potencial para cosas grandes y sin duda que cuando un guatemalteco llega a ocupar un puesto de tanta importancia, responsabilidad y prestigio, tenemos que compartir entre todos el orgullo que le corresponde a él y a su familia.
Edmond Mulet fue de esa generación de políticos guatemaltecos que mostraron siempre la caballerosidad como su principal carta de presentación y ese atributo lo ha mantenido de manera tal que es apreciado y respetado tanto por quienes fueron sus compañeros de lides como por quienes estaban en formaciones diferentes. Y hoy, su designación para supervisar todas las operaciones de paz de la ONU, nos enorgullece como pueblo y como país.