Los casos comprobados, por la existencia pública de cheques girados a su nombre, de sobornos de Taiwán a presidentes centroamericanos son lapidarios pero vale la pena señalar que esos no son los únicos, puesto que esa práctica ha persistido por muchos años y en el caso concreto de Guatemala prácticamente desde antes del inicio de la era democrática, la embajada taiwanesa se encargaba de asegurar la persistencia de las relaciones diplomáticas mediante el soborno no sólo a quienes ejercieron la Presidencia, sino también a ministros de Relaciones Exteriores, cuya influencia preocupaba a los miembros de la misión.
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Ayer se supo que el expresidente salvadoreño Francisco Flores, fue sorprendido cuando trataba de escapar de su país mientras una comisión del Congreso le esperaba para interrogarle sobre los cheques taiwaneses girados a su nombre. Por supuesto que en el caso de Flores no hay persecución en Estados Unidos porque ese presidente era una especie de “niño bonito” de Washington y no van a acosar a quien bien les sirvió. No ha existido una investigación para determinar el curso que tuvo ese dinero y si hubo lavado de dinero en Estados Unidos, pero la causa en El Salvador parece tan contundente como para forzar al político que llegó a ser una especie de estrella regional, a esconderse en el maletero del auto para pasar la frontera con destino a Guatemala.
Se habla mucho, y con razón, del papel de esos presidentes que han caído con las manos en la masa, pero creo que es importante discutir seriamente el papel de las embajadas de Taiwán en nuestros países, puesto que fueron evidentemente fuente de corrupción indiscriminada al sobornar a jefes de Estado con la finalidad de condicionar la política exterior de estos países para evitar que, como el resto del mundo, establecieran relaciones diplomáticas con China. La condición como Estado independiente de la China de Formosa depende básicamente del reconocimiento de un pequeño puñado de países, entre ellos los centroamericanos, que le siguen reconociendo como la China y que se niegan a establecer relaciones con la República China que en el Continente se ha convertido en una potencia económica impresionante.
Algunos sostienen que en el caso de Guatemala Portillo se convierte en el presidente más corrupto porque a él le siguieron la pista con los cheques, y hasta se disculpa a otros simplemente porque hicieron de manera más sofisticada sus trinquetes y no dejaron huella burda como la que se achaca al exmandatario actualmente procesado en Estados Unidos. Esas son puras babosadas porque la verdad monda y lironda es que la corrupción no se puede medir por la cantidad de evidencias que deja alguien, sino que debiera medirse por el enriquecimiento que produce y en ese sentido tenemos exgobernantes que con sus familiares se hicieron multimillonarios mediante negocios de los que pueden calificarse como “bien hechos” porque no dejaron el menor vestigio, más que la fortuna que no se puede ocultar.
Cualquier Presidente que se haya dejado sobornar, aunque creyera que era conveniente para el país mantener la relación con Taiwán, es un pícaro. Pero los embajadores que entregaron los cheques no son muy diferentes, por mucho que gocen de la inmunidad diplomática, nadie les quita lo sinvergüenza.