Algo no está bien


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Algo no está bien cuando una persona viaja una hora en su auto en medio del tráfico, para sentarse en una bicicleta estacionaria en el gimnasio. Abro el periódico y leo que una fundación ligada a una cervecería nacional anuncia que construirá el centro de salud en Tzununá. El campo pagado difunde la bondad de la empresa privada para con los habitantes, y de paso la ayuda que le brinda al Estado.

Julio Donis


La escena trata, sin lograrlo, de mostrar un esfuerzo tripartito. La cantidad de instituciones privadas de educación supera ya los centros públicos; la gente piensa que la educación privada es de mayor calidad, como de hecho así es, aunque haya que pagar por ella un precio alto. Pero no importa porque es lo único que se puede dejar a los hijos, piensa el padre o la madre. Las Universidades privadas también cunden como tiendas de barrio, y solo hay una sola universidad pública cuya educación ya está puesta en entredicho. Tener otros centros de formación pública de alto nivel, implicaría cambiar la Constitución. Los maestros agremiados y dispuestos a suspender el ciclo escolar, hacen cambiar de posición a los bloques legislativos, para apoyar la ampliación presupuestaria. Nunca se ha visto tal afán de manifestar por la ampliación de la educación pública gratuita y de calidad. Los libros pagan altos costos tributarios en un país que lee poco o nada. Llegar a un hospital público para ser atendido puede significar la muerte. Ingresar a uno de los púdicos hospitales privados por una determinada enfermedad, puede significar la quiebra económica total. La cuenta incluirá hasta las banditas o el termómetro que no usó pero se le cobró. Las galerías y museos privados, atesoran una colección que sobrepasa por mucho, lo que puede implementar el Estado. El arte en general es dominado, vendido y hábilmente promovido por las fundaciones privadas, que desarrollan de esta manera, una noción elitista de la cultura, mientras la cartera estatal apenas puede promover versiones folclorizadas de la cultura local. Su Ministro se pasa un año siendo interpelado por el Congreso; no se sabe por qué su presupuesto sobrevaloró pelotas deportivas. No se pagan impuestos porque se presume de inmediato que ese dinero será malgastado o robado por los políticos. El país tiene uno de los índices más significativos de aeronaves per cápita, mientras la gente de a pie, desborda los viejos y arruinados buses urbanos de la capital. La ciudad tiene la designación de la más fea en el mundo, en medio de un país que rebosa maravillas de la naturaleza. La gente acude a votar cada cuatro años de forma masiva, pero no se siente representada y no cree en los partidos políticos. Hay más guardias privados que policías nacionales, la relación es casi de cuatro a uno, pero el salario es al revés. El Estado impone una veda a las concesiones mineras, después de haberlas dado todas. La harina se confunde con la cal y un postulante a Presidente se construye un monumento de ideas de papel, que plagió de otros. La cooperación internacional ve este país como un paraíso y como un infierno al mismo tiempo. Después de cincuenta años de cultura antiestatal, la noción privada de la vida se impone, se extiende y se transmite de generación en generación.