La presidenta electa Michelle Bachelet dio a conocer ayer al gabinete ministerial que la acompañará en su segundo mandato presidencial, para el cual se planteó enormes desafíos, como una reforma tributaria para financiar cambios estructurales a la educación y modificaciones a la Constitución legada por la pasada dictadura militar.
Bachelet, una médico pediatra de 62 años, conquistó su segundo periodo presidencial con el 62% de los sufragios frente a los 37 puntos que obtuvo la candidata derechista Evelyn Matthei.
Entre los 23 ministros que designó Bachelet, destacan el canciller, el de Educación, Finanzas y de Interior, por ser el jefe de los secretarios de Estado. La mandataria electa nombró a la primera secretario de Estado comunista en 40 años, la concejala de Santiago y antropóloga social Claudia Pascual en el Servicio Nacional de la Mujer. Ningún comunista había estado en el gobierno desde el golpe militar desde 1973.
Al canciller Heraldo Muñoz, cientista político y ex embajador ante la OEA, le tocará la importante tarea de ejecutar el fallo de la Corte Internacional de La Haya que el próximo lunes 27 de enero definirá el límite marítimo con Perú, que demanda 38.000 kilómetros cuadrados de mar que actualmente están bajo soberanía chilena. También deberá preocuparse de la integración política de Chile en América Latina, donde en los últimos años se han incrementado más los lazos comerciales.
Al ministro de Finanzas, Alberto Arenas, economista y ex director del Presupuesto durante su anterior mandato, deberá poner en práctica una reforma tributaria que contempla el programa de la doctora, que implica un incremento gradual en los tributos para recaudar en cinco años 8.200 millones de dólares.
El secretario de Educación, el ex ministro de Hacienda Nicolás Eyzaguirre, del gobierno socialista de Ricardo Lagos, 2000-2006, deberá usar la recaudación para financiar la reforma educacional exigida por decenas de miles de estudiantes, cansados de un sistema de enseñanza deficiente y oneroso. Bachelet se plantea lograr gratuidad para el 70% de los alumnos más desfavorecidos durante su nuevo mandato de cuatro años, y alcanzar una educación gratuita en los siguientes seis años.
A las dirigentas universitarias recién electas y vinculadas a un sector anarquista, no les agradó la vinculación de Eyzaguirre a la economía y al mundo empresarial.
«No es una persona directamente vinculada al mundo de la educación y, por otra parte, se conoce su vinculación al mundo empresarial», dijo la líder de los estudiantes de la Universidad de Chile, Melissa Sepúlveda.
Naschla Aburman, de la Universidad Católica, opinó que «su visión es completamente desde la economía y no tiene trayectoria en educación, por lo tanto, no sabemos cuáles van a ser sus líneas de trabajo y sus visiones».
El papel del ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, ingeniero comercial y uno de los hombres más cercanos a la presidenta electa, es fundamental para frenar las más que probables manifestaciones estudiantiles y laborales. Los jóvenes universitarios, cuyos nuevos dirigentes provienen del anarquismo, no están dispuestos a darle una luna de miel a la mandataria.
Los trabajadores, reunidos en la Central Unitaria de Trabajadores, dirigidos por la líder comunista Bárbara Figueroa, también tienen fuertes demandas que incluyen cambios en el sistema laboral de negociación, que prohíbe la negociación colectiva entre varias empresas y el reemplazo de los huelguistas cumplido cierto tiempo de paralización.
Bachelet lidera la Nueva Mayoría, integrada por el centrista Partido Demócrata Cristiano, el Partido Socialista, el liberal Partido Por la Democracia, el Partido Comunista, los radicales y dos movimientos menores.
Durante su segundo mandato cuenta con una mayoría en la Cámara de 120 diputados y en el Senado, de 38 legisladores. Tiene asegurados los votos para su reforma tributaria y para varios aspectos de los cambios educacionales. La labor se le pondrá cuesta arriba cuando se trate de cambiar la Constitución legada por el general Augusto Pinochet, 1973-1990.
La derecha, que volverá a ser oposición después de un paréntesis de cuatro años, ha anticipado su rechazo a varias de las más importantes reformas planteadas por Bachelet, especialmente a la Constitución de la dictadura, de la cual fue el sustento político.
Patricio Melero, presidente de la ultraderechista Unión Demócrata Independiente, dijo en rueda de prensa que esperaba que al nuevo gabinete le vaya bien, pues «reciben un país con la vara muy alta y con expectativas muy altas».
Agregó que «esperamos que sea un gabinete que dialogue con la oposición. Esperamos, como oposición, actuar con justicia, pero también defendiendo nuestro ideario».
Al concluir la presentación de sus secretarios de estado la futura mandataria destacó entre las principales tareas de su gobierno la descentralización, reconocimiento a los pueblos originarios, el respeto a los derechos de los trabajadores y de los consumidores, y el fin al sistema electoral que favorece la creación de dos grandes bloques en el Congreso y deja afuera a los partidos minoritarios y a los independientes, si no pactan con alguno de los conglomerados.
«La lista de desafíos es larga y estamos conscientes que no será fácil iniciar cambios que son resistidos por algunos sectores que ven en la gratuidad de la educación, en mayores derechos laborales o en el fortalecimiento de la salud pública, amenazados sus propios intereses», advirtió Bachelet.