En febrero pasado Amalia Reigosa Blanco experimentó por primera vez la emoción que se siente cuando despega un avión. Vio las vidrieras de las tiendas de ropa en la capital de la moda de Italia y paseó por calles de piedra en las que escuchaba un idioma al que no estaba acostumbrada. Supo lo que es caminar bajo la nieve.
Luego regresó a casa.
«Ojalá vaya otra vez de vacaciones», declaró Reigosa, una estudiante de idiomas de 19 años al recordar su primer viaje al exterior para visitar a familiares en Milán. «Me gusta París. Ojalá pudiera ir».
Reigosa fue una de las primeras cubanas que aprovechó las reformas que entraron en vigor el año pasado y que eliminaron el requisito de una visa para salir al exterior, que rigió durante cinco décadas y que dificultaba los viajes. La medida era presentada como una necesidad para evitar la partida de científicos, médicos, deportistas y otros ciudadanos con talentos especiales cultivados bajo el sistema comunista de la isla y que podrían ser tentados por la perspectiva de ganar mucho dinero afuera.
Un año después de la entrada en vigor de las nuevas normas, los cubanos están viajando al exterior en cantidades récord. Algunos no han regresado, pero no hay indicios del éxodo que muchos anticiparon. Los disidentes van y vienen, impulsando su imagen internacional y recaudando dinero para sus causas, pero eso ha tenido poco impacto en sus limitadas posibilidades de generar cambios en la isla.
«Yo sí creo que si hubo resistencias internas a la reforma migratoria. Me consta que en algunos casos hubo ministerios que dijeron ‘se nos van a ir todos los médicos’ y me imagino a alguna gente en el aparato ideológico diciendo ‘si dejamos salir a los disidentes, esto va a ser terrible»’, expresó Carlos Alzugaray, diplomático de larga trayectoria y prominente intelectual.
«¿Qué ha demostrado la vida? Que se hizo la reforma y no pasó nada», acotó.
Hacia fines de noviembre, 185 mil cubanos habían hecho 258 mil viajes al exterior, según datos divulgados por un funcionario del servicio de inmigración el mes pasado. Ello representa un aumento del 35% respecto al año previo.
Unos 66 mil cubanos viajaron a Estados Unidos en ese lapso. Esa cifra incluiría tanto a turistas como a personas con visa de inmigración, desde investigadores que viajaron por razones académicas hasta individuos con doble ciudadanía, cubano-española, que no requieren visa para ingresar a Estados Unidos.
Ania Román, empleada de un negocio de cosméticos, de 46 años, viajó a Miami en marzo, pero las calles limpias del vecindario donde vive su hermano no la tentaron para que se quedara.
«¿Por qué no me quedé. Bueno, sencillamente porque aquí tengo a mi mamá, de 68 años y a mis hijos, de 18 y 21 años», expresó la mujer. «Y no los voy a dejar aquí».
Solo 26 mil, o un 40%, han regresado a la isla. Ello quiere decir que unos 40 mil siguen en Estados Unidos, una cifra comparable al total de cubanos que emigraron a ese país en el 2012.
No hay forma de conocer sus planes, pero es previsible que muchos regresen en algún momento a la isla tras terminar estudios, por ejemplo, o cuando venzan los dos años que pueden pasar afuera sin perder los derechos de residente en Cuba.
Los cubanos que permanecen en Estados Unidos por al menos un año tienen derecho a residir allí, lo que implica que por primera vez muchos isleños tendrán la posibilidad de tener un pie aquí y otro allí.
Todavía hay barreras, como los costos de los pasajes y dificultades para conseguir visa en países que temen que los cubanos vayan para quedarse.
Pero de todos modos parece inevitable que las reformas generen un aumento en la emigración, por lo menos mientras la economía cubana siga siendo débil. Otros se irán para escaparle al comunismo, aunque los emigrantes de los últimos tiempos se han ido más por razones económicas que en busca de libertadores políticas.
Sería una continuación de los patrones de años recientes, que hicieron que en el 2012, antes de que se aprobase la reforma, 46 mil 662 isleños se fuesen del país legalmente, para no volver, de acuerdo con estadísticas del gobierno. Fue la mayor cantidad de emigrados desde 1994, pero mucho menos que el éxodo de Mariel en 1980, cuando unos 125 mil isleños se fueron del país en unos seis meses a través de ese puerto.
Circulan versiones de que algunos médicos se fueron y de que ha aumentado la cantidad de cubanos que buscan ingresar a Estados Unidos a través de México para aprovechar la ley que les da derecho a quedarse si logran poner un pie en territorio estadounidense. Las solicitudes de visa han aumentado en la embajada de México en La Habana, que hace poco informó que no podrá procesar más solicitudes hasta el 2016.
La semana pasada seis cubanos estuvieron retenidos en la zona de tránsito del aeropuerto internacional de Bogotá tras ser expulsados de Ecuador y negarse a abordar un avión que los llevaría de regreso a Cuba.
Ecuador es uno de los pocos países que no les pide visa a los cubanos. Sin embargo, desde que se aprobó la reforma en Cuba les exige cartas de invitación.
Estados Unidos, por su lado, se mostró complacido con la reforma y emitió unas 32 mil visas de turista y de trabajo a cubanos en el año fiscal que terminó el 30 de septiembre, lo que representa un aumento del 100% en relación en el mismo período del año previo, de acuerdo con la Sección de Intereses de La Habana. La misión, que hace las veces de embajada, tramitó además unas 24 mil visas de inmigración.
El gobierno cubano apuesta a que los que se van enviarán dinero a la isla. Las remesas aumentaron levemente durante el gobierno de George W. Bush y se dispararon desde que Barack Obama eliminó las restricciones a la cantidad de dinero que los cubanos de Estados Unidos pueden enviar a su patria. En total, subieron un 160% desde el 2000, según un estudio del economista Emilio Morales, del Havana Consulting Group con sede en Estados Unidos.
Morales calcula que las remesas del 2012 llegaron a los 5 mil 100 millones de dólares, la mitad en efectivo y al resto en bienes. Los acuerdos comerciales con Venezuela sobre petróleo y servicios son la única fuente de divisas que generan más ingresos.
En lo que respecta a los disidentes, muchos salieron del país para recibir permios internacionales de derechos humanos y criticar públicamente al gobierno de Raúl Castro. Solo se les negó el pasaporte a quienes tienen pendientes procesos judiciales.
«Hemos podido llegar a países donde hay libertad, donde hay democracia», expresó Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, que estrechó la mano de Obama en la Florida en noviembre. «Hemos podido plantear y decir también a la comunidad internacional la realidad del pueblo de Cuba».
En la isla, sin embargo, sigue siendo difícil promover cambios pues son mayormente desconocidos e ignorados por los medios de comunicación, en manos del Estado. Algunos se quedaron afuera, eliminándole un dolor de cabeza a un gobierno que los considera mercenarios que quieren mellar la soberanía del país.
Los viajes pueden ayudar a los disidentes «si tienen un efecto boomerang, si la prominencia internacional que obtienen se empieza a reflejar en Cuba», opinó Ted Henken, profesor del Baruch College de Nueva York que estudia el tema de los disidentes y que tiene vínculos con algunos. «Pero en lo que respecta a la posibilidad de llegar al público en Cuba… todavía hay un muro, por el control de los medios de prensa y los espacios públicos».
No hay forma de conocer sus planes, pero es previsible que muchos regresen en algún momento a la isla tras terminar estudios, por ejemplo, o cuando venzan los dos años que pueden pasar afuera sin perder los derechos de residente en Cuba.
«Hemos podido llegar a países donde hay libertad, donde hay democracia» – Berta Soler.