El objeto más grande del cinturón de asteroides se ha vuelto más atractivo: los científicos han confirmado que hay rastros de agua en el planeta enano Ceres, uno de los pocos en el sistema solar donde se ha hallado ese elemento.
Observando desde el Observatorio Espacial Herschel, un equipo comandado por la Agencia Espacial Europea detectó dos nubes de agua despedidas en dos regiones de Ceres.
Los descubrimientos fueron dados a conocer en la edición del jueves de la revista Nature. La nave Dawn deberá llegar al planeta, que tiene el tamaño de Texas, el próximo año.
Durante mucho tiempo se sospechó que en Ceres abundaba el agua, pero los descubrimientos previos no habían sido concluyentes. Esta es la primera evidencia definitiva de que hay agua en ese planeta y confirma que su superficie está cubierta de hielo, dijo Michael Kuppers de la Agencia Espacial Europea.
«Hace que Ceres sea más emocionante de explorar», dijo.
Los hallazgos más recientes colocan a Ceres en una categoría especial entre los objetos del sistema solar que tienen nubes de agua. Entre ellos están la luna Europa, de Júpiter, donde se cree que existe un océano subterráneo, y la luna Encelado, de Saturno, donde se han detectado chorros que salen de la superficie.
La fuente de las nubes de agua no está identificada. Los científicos creen que puede ser una capa de hielo situada justo debajo de la superficie que se calienta con el sol o que las nubes pueden ser exhalaciones de volcanes congelados.
La nave Dawn no tendrá la mejor oportunidad para presenciar actividad dado que aterrizará cuando Ceres está alejado del sol, pero la nave está equipada con instrumentos que pueden detectar agua y elaborarán un mapa detallado del mini planeta, dijo la encargada de proyectos científicos de la nave Carol Raymond.
Lanzada en 2007 e impulsada por iones a propulsión la nave es la primera que orbita en dos rocas espaciales.
Ceres es distinto al primer objetivo de la nave, Vesta, el segundo objeto más grande en el cinturón de asteroides localizado entre Marte y Júpiter. La zona está plagada de rocas que quedaron tras la formación del sistema solar hace 4.600 millones de años, lo que permite a los científicos investigaron cómo evolucionaron la Tierra y otros planetas.
A diferencia de Ceres, Vesta es seco y rugoso. Sus cicatrices revelan que fue golpeado dos veces por asteroides más pequeños. Algunos de los desechos fueron lanzados al espacio y cayeron en la Tierra en forma de meteoritos.