Internet es arma de doble filo


Oscar-Marroquin-2013

Las redes sociales se inundaron ayer de comentarios que con terrible ironía afirmaban que el libro del doctor Manuel Baldizón había sido redactado por nuestro antiguo colaborador, Mariano Rayo. Y es que algunos encontraron en el libro Rompiendo Paradigmas, presentado esta semana por el dirigente político oriundo de Petén, citas textuales de opiniones ajenas cuya autoría no fue debidamente reconocida por el autor del libro quien, al presentarlas sin entrecomillado ni citar la fuente, las hacía aparecer como suyas, aun y cuando en la explicación al lector advierte que el libro contiene tanto ideas propias como de otras personas sobre la temática que aborda.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


En términos generales es muy difícil producir una obra con ideas auténticamente originales porque todos tenemos influencias provenientes de nuestra formación cultural y de lo que hemos leído o escuchado a lo largo de nuestras vidas. Nuestro criterio se enriquece con esos aportes y con las reflexiones propias que pueden, en casos extraordinarios, ser totalmente innovadoras y mucho más ricas que las ideas ajenas. Quienes tienen la costumbre arraigada de la lectura y la investigación, cuando producen material propio recurren a ideas o conocimientos que han ido adquiriendo a través del tiempo y que son el cimiento de los pensamientos propios.
 
Antes era muy difícil establecer si alguien se había escopeteado ideas ajenas porque el acceso a las mismas era no sólo limitado, sino que los medios para comprobarlo eran muy difíciles. Aun así, hubo casos sonados de plagio que causaron un daño imborrable a quienes presentaron como propios párrafos completos copiados de otras obras. Entre los políticos, especialmente los que están muy atareados haciendo campaña, es corriente que publiquen bajo su nombre libros que se encargan a autores que se dedican a escribir por encargo y en esos casos tienen que ser extremadamente cuidadosos porque si bien pueden ganar estatura intelectual al aparecer como escritores y ponentes de ideas brillantes, también pueden pagar las consecuencias si el escritor por encargo es algo haragán y recurre al copiado y pegado ahora tan fácil gracias a las computadoras y a Internet.
 
Pero la misma Internet es un arma de doble filo y los piratas y plagiadores que la usan debieran entenderlo. Es muy fácil copiar un párrafo de un artículo o de un texto, entrecomillarlo y ponerlo en alguno o varios de los motores de búsqueda de Internet para que aparezca inmediatamente el texto original. Así es como han caído algunos de los que fueron señalados por plagio de artículos en la prensa de Guatemala y, obviamente, así es como detectaron en cuestión de horas que en el libro del doctor Baldizón había algunos textos idénticos a los que uno podía encontrar en Internet.
 
El ya anunciado y conocido candidato presidencial admitió que hubo un error de los editores del libro y ofreció una próxima edición en la que se cite a los autores originales de textos reproducidos. El caso es que él tiene que haber revisado la edición final y uno sabe qué es idea propia y qué es idea ajena, pero sobre todo uno sabe cuál es su redacción y cuál es la ajena. Doble descuido, entonces, del editor y del “autor” que no reparó en la garrafal ausencia de las fuentes precisas.