Increíble pero cierto, el poder regulador de los gobiernos llega en ocasiones a rayar en lo ridículo ante la pasividad del pueblo que de a poco va cediendo sus derechos sin darse cuenta, hasta cuándo ya es tarde, que prácticamente vive por permiso y no por derecho como debiera de ser.
Ejemplos de este extremo lo vemos todos los días alrededor del mundo porque la vorágine de control de los políticos no tiene límites pero tiende a agudizarse en los regímenes colectivistas. El gobierno argentino liderado por Cristina Fernández impuso el día de ayer una disposición legal para que los argentinos puedan hacer un máximo de dos transacciones comerciales por año en sitios de Internet del extranjero. Además del límite impuesto en el número de transacciones existe un límite libre de, ríase, US$25.00 por año sin pagar impuesto aduanero y en exceso de esta cantidad, el impuesto a aplicar es de 50% sobre el diferencial. Extremo que a todas luces hace prácticamente imposible comerciar por medios electrónicos en aquel país del sur. Las excusas del gobierno argentino para implementar este tipo de controles son siempre las relacionadas con la idea populista y colectivista de “defender” a capa y espada a los trabajadores argentinos y el interés nacional. Interesante como los colectivistas colectivizan los beneficios de tal manera que solo indican que sus acciones serán buenas para “todos” pero en realidad no hay nadie de carne y hueso -como no sean los gobernantes y sus amigos- que pueda gozar de los beneficios prometidos.
Otro ejemplo curioso publicado en los diarios recientemente es una pincelada del chiflado de Maduro en Venezuela. Al tipo se le ocurrió ahora revisar una ley que data del 2004 en la que con la excusa de evitar producciones violentas y de contenido sexual en la televisión venezolana ha generado que la hasta entonces pujante industria de televisión de Venezuela esté en trapos de cucaracha. Al señor Maduro se le ha ocurrido ahora que las medidas de control vigentes no son suficientes y podría prohibir del todo este tipo de producciones. En el 2013 la televisión de Venezuela produjo una sola telenovela derivado de las fuertes restricciones y duras multas que la legislación vigente ya impone. Solo hace falta un toque de control más para terminar del todo con la otrora industria pujante de la televisión en aquel país.
La maña esa de los políticos por controlarlo todo es tan antigua como las primeras formas de gobierno del hombre y así de apoco y con la desgraciada, trillada y malinterpretada frase de que el interés colectivo prevalece sobre el interés individual los gobiernos han prohibido comerciar productos, consumir productos, expresar opiniones, ser legítimo propietario de bienes y sus rentas y cuanta cosa se le pueda ocurrir.
Decía Ayn Rand “No considere a los colectivistas como “idealistas sinceros pero engañados”. La propuesta de esclavizar a algunos hombres por el bien de otros no es un ideal; la brutalidad no es “idealista”, no importa cuál sea su propósito. Nunca diga que el deseo de “hacer bien” por la fuerza es un buen motivo. Ni la impetuosidad ni la estupidez son buenos motivos.”
Control de precios, control de la natalidad, control de la educación, control del intercambio de bienes y servicios, control de producción, control de propiedad etc. La lista es larga y nuestra condescendencia inmensa.