La Ministra de Finanzas declara que el Gobierno necesita ampliar el presupuesto en Q 1 mil 500 millones porque sin ello el país quedaría limitado para cumplir con compromisos mínimos de desarrollo. Eso es el decir, más plata para ampliar proyectos. Llegar con ese incremento a un presupuesto de Q68 mil 485 millones.
La ampliación sería necesaria para satisfacer los pactos colectivos firmados con trabajadores de los ministerios de Educación y Salud. Q1 mil millones para Educación; Q331 millones para Salud. La ministra de Finanzas, María Castro, no descartó la contratación de deuda para financiar el dinero que reclama a los diputados del Congreso de la República.
El escenario manifiesta la lógica de quienes detentan el poder. Esto es, requerir más fondos para dinamizar el Estado. La visión es limitada porque apunta exclusivamente al gasto sin considerar el ahorro y la maximización de los recursos, elementos de los que se habla muy poco. Ese accionar expone no solo el desinterés de quienes hacen gobierno, sino la falta de lucidez y compromiso por el país.
Falta de lucidez por optar por lo más fácil, la irracionalidad que apunta a la insensatez. Si los gobernantes administraran sus hogares con la falta de ideas de su accionar público, estarían casi en la quiebra o en sus puertas. Me parece que no es esa la manera de gestionarse el país: no basta solo requerir dinero y exigirlo a través de las instituciones del Estado.
Pero, además, María Castro, constituye hoy la amenaza más horrorosa para los intereses de Guatemala. Se ha constituido en la representante de un gobierno a quien no le importa hipotecar al país. Habla de préstamos al Banco Mundial y venta de Bonos del Tesoro, sin apenas prever el grave compromiso de los guatemaltecos a futuro. Es una funcionaria irresponsable al servicio de gobernantes inescrupulosos y codiciosos.
El razonamiento errado del Partido Patriota debe reorientarse. A la par de justificar los gastos es necesario un reacomodo del presupuesto. Optar por la mesura, el ahorro y la austeridad. Cuidar la plata ajena a través de la persecución eficaz contra los corruptos que pululan por las oficinas públicas. Tratar de ser más eficientes con los proyectos que llevan a cabo. Solo así tendría sentido lo que piden y ganarían credibilidad en sus ejecuciones.
Se trataría de renunciar a la lógica del gasto optando por la de la inversión. Lo cual supone una actitud escrupulosa frente al erario público, contraria a la sensibilidad de este gobierno. De esa cuenta, la oposición y la opinión pública deben manifestarse contra la voracidad de los funcionarios de esta administración. Oponerse a los proyectos de saqueo y sancionar públicamente a quienes lucran a costillas del dinero de los guatemaltecos.
Aquí sí cabe lo de Foucault: vigilar y castigar. Mantenerse al margen es condenar a las futuras generaciones, ser cómplice de robos millonarios y suicidarse aquí y ahora sin qué ni para qué. Ni Guatemala ni su pueblo se merece el saqueo que padece hoy el país. Vivos… porque el dinero va y viene y pocos alzan su voz.