La propaganda, ¿así se dice?, del Gobierno de turno me desorienta. Si me pierdo, de pronto no sé de dónde soy o más bien qué represento en Guatemala. Él asegura que trabaja por los sueños de todos los guatemaltecos. Imaginando que cuando habla así en general incluye a las mujeres, porque no especifica, aunque claro lo entiendo, nosotros tenemos un vicepresidente mujer, no vicepresidenta, pero no voy a perderme en cuestiones de lenguaje, de inclusión y corrección.
cnavasdangel@gmail.com
Volviendo al tema, el señor Pérez afirma que trabaja por los sueños de todos, o sea que algo de lo que fantaseó debería de verse reflejado en su trabajo, digo yo. Sin embargo, al escuchar su segundo informe de gobierno, sin perderme en situaciones que me hacen pensar en rodillos, hornos y mimos, yo no encuentro nada, pero nada que como guatemalteca me satisfaga.
Sé que no podría contentarme con una bolsa solidaria, aunque ya no se llame así y su contenido y que tampoco lo necesito, pero si fuera el caso, tampoco me podría sentir parte de ese mundo de fantasía haciendo una gigantesca cola bajo este sol quemante, por uno o dos días, y ser ninguneada por quienes la reparten.
No me contentaría con venir a aplaudirle, aunque me dieran comida gratis, así fuera pollo frito y me echara un colazo, normalmente me mareo en carreteras.
Pero como esto, que es lo que sé que hacen, aunque sea sólo lo primero lo que informan, no me acomoda, pienso en otras cosas.
¿Qué sueño? Un país seguro. Pero con más de 14 muertos por violencia al día, no hay tal. Un país con acceso a educación digna, ojo, digna, no un simulacro de escuela en donde a veces hay refa, a veces hay libros y a veces hay maestros, tampoco es cierto.
No es cierto tampoco que los niños y niñas tengan una mejor salud y que la desnutrición no los mate, tampoco es cierto que las adolescentes pueden gozar esa etapa de la vida, sin que las embaracen, sin que les nieguen el derecho a decidir o sin que las obliguen a vivir una vida aplastada por el machismo y la pobreza.
Todo eso que informo no me lo creo y por lo tanto, no veo mis sueños realizados. Y no los veo porque sueño con una vida mejor también para los ancianos, sueño con un país en donde los derechos de todas y todos son respetados sin importar su sexo, su color de piel o su situación económica y eso no pasa.
Las desigualdades se acrecientan, y lo que sueño no aparece, y estoy segura que como yo muchas personas piensan igual.
Lamentablemente no hay leyes ni jueces que condenen las mentiras de los políticos. No hay instancias en donde les prohíban cargar niños y besarlos para verse, no creo que sentirse, más buenos. No me creo las imágenes, no me creo las palabras y me molesta escuchar que el Presidente soñador me incluya en sus discursos cuando no he recibido nada, cuando ni en mínima parte mis anhelos se realizan.