La ejecución de Fito Mijangos en su silla de ruedas


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De los crímenes políticos cometidos en Guatemala, que suman muchos cientos, posiblemente pocos hayan sido tan indignantes como el asesinato, verdadera ejecución extrajudicial, del abogado Adolfo Mijangos López, cometido el 13 de enero de 1971 cuando Fito era diputado al Congreso de la República y libraba una intensa lucha por la defensa de los intereses de Guatemala específicamente en el tema de la explotación del níquel. Fito salía de su oficina profesional por la noche y mientras su piloto abría el auto para pasarlo de su silla de ruedas al carro, esbirros le dispararon a mansalva provocándole la muerte en el acto.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Conocí a Fito aún antes de tener el privilegio de tratarlo en la Facultad de Derecho, puesto que su madre vivió por muchos años a pocas casas de nuestras oficinas, en la Novena Calle “A”, y ello permitió un trato de relativa familiaridad. Posteriormente, mi amistad con Manuel Colom Argueta me permitió mayor acercamiento y entender su posición ideológica dentro de la social democracia y sus planteamientos concretos en busca de cuestiones tan básicas como la libertad política, la justicia social para combatir la pobreza, terminar con nuestra dependencia en el plano económico, el fortalecimiento del poder local mediante financiamiento directo a los municipios, la explotación racional de los recursos naturales, la honestidad y probidad en el ejercicio del poder y asuntos de esa índole que consideraba fundamentales para cimentar la auténtica democracia.

Junto a Manuel Colom fueron luchadores por el fortalecimiento del poder local y demandaban el cumplimiento de la asignación constitucional a las municipalidades, misma que se hizo efectiva hasta después de 1985 y que se pervirtió cuando se aprobó la reelección de los alcaldes, alentando así la corrupción y el clientelismo político que ha desvirtuado por completo el sentido de ese fortalecimiento financiero del Municipio.

Su interés por la explotación racional de los recursos naturales no lo convertía en un enemigo radical de esa utilización de los bienes de la naturaleza, pero sí de la forma en que se otorgaban concesiones que eran dañinas para el medio ambiente y que alentaban que el país perdiera sus recursos naturales sin una compensación adecuada. Por ello dirigió la interpelación en el Congreso del entonces Ministro de Economía que tenía a su cargo otorgar la concesión a Exmibal y precisamente en eso estaba cuando los esbirros le atacaron por la espalda cuando estaba en la cuarta avenida de la zona uno, en su inseparable silla de ruedas, listo para ser introducido a su vehículo.

Creo que Fito fue posiblemente el más brillante de esa generación que se aglutinó en las filas de la URD. Su sólida formación profesional lo convertía en un líder importante de una generación que terminó ofreciendo esperanza e ilusión a los demócratas de Guatemala.

Su preocupación por las injusticias hizo que, como a todos ellos, se le tildara de comunista en un país donde pensar en los demás era suficiente para alcanzar tal etiqueta y donde todavía hoy se notan fuertes resabios de esa intransigencia e ignorancia.

El lunes Fito será recordado por sus amigos frente al lugar donde fue vilmente ejecutado.