El futbol es cosa de ombres


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En un país como el nuestro en donde el futbol es la pasión nacional, no cuesta imaginar lo que un muchacho de 15 años puede sentir cuando es llamado a entrenarse con un equipo de la liga nacional de futbol.

Juan Antonio Mazariegos G.


Sin embargo, el pasado 19 de diciembre en las instalaciones del estadio Mario Camposeco de la Ciudad de Quetzaltenango, un menor de edad, vio cómo  su sueño de poder jugar con el Xelajú M.C., se vio truncado cuando fue víctima de una agresión física y sexual por parte de un grupo de esbirros, todos miembros del mismo equipo de futbol, quienes con alevosía lo habrían citado minutos antes de la hora de su primer entreno, para darle el “tradicional bautizo”, durante el cual lo golpearon y agredieron sexualmente, hechos que derivaron en la hospitalización del menor y en que se les ligara a proceso a los futbolistas José Alberto Mendoza Pozas, Kevin Eduardo Arriola García, Milton Gari Leal Hoenes, Sergio Fernando Morales Araya, Julio Francisco Estacuy Reyes, Edgar David Chinchilla López, Israel Silva Matos de Souza y Juliano Rangel de Andrade, así como al utilero del equipo William Leonardo Oroxom Arriola, según informaciones de prensa, todos procesados actualmente por los delitos de Agresión Sexual y Maltrato contra menores de edad.  

Lo más preocupante del asunto es que lejos de que el menor y su Madre, Elsie Ramírez, encontraran apoyo y condiciones apropiadas para que a los procesados se les dedujeran las correspondientes responsabilidades penales por los hechos que cometieron, son ahora el menor y su Madre quienes se encuentran siendo víctimas de amenazas y presiones por parte de distintos grupos, según lo informaron el día miércoles de esta semana en conferencia de prensa la Fundación Sobrevivientes y la Asociación Refugio de la Niñez, quienes se presentaron ante los medios de prensa, en apoyo y compañía de la Madre del menor agredido para solicitar también que el proceso que se sigue en contra de los jugadores involucrados en la Ciudad de Quetzaltenango sea trasladado a esta Ciudad a efecto de que no existan presiones ni tráfico de influencias que impidan el correcto desempeño de la justicia.

El caso que sin duda es solo la punta del iceberg de un deporte que en nuestro País, cuenta con más folklore que calidad, debe ser seguido por la opinión pública con interés, en primera instancia porque el menor y su Madre puedan contar con el apoyo necesario para hacer justicia y en segundo lugar para erradicar de una vez por todas estas estúpidas costumbres que no hacen más que alejarnos más del mundo civilizado y exhibirnos como un País tercermundista en donde lejos de apoyar y privilegiar a quien tiene condiciones, éste es vapuleado y sometido a prácticas que ningún beneficio traen para él o para el deporte en donde pretende desarrollarse.

Mi respaldo y reconocimiento al menor y su Madre por haber tenido la valentía de denunciar los hechos y seguir adelante con el proceso. Ojalá el menor no abandone sus sueños de poder ser jugador y si tiene condiciones algún día nos pueda demostrar que el juego del futbol es también un deporte de Hombres.