Es probable que usted, cuando se entera por los medios impresos o electrónicos de un accidente de tránsito con saldo de muertos y heridos, ya no se sobresalte ni le cause dolorosas emociones de pesar, sobre todo si las víctimas del siniestro no las conocía personalmente, aunque quizá en el momento exprese improperios en contra de los pilotos que supuestamente son responsables de esos percances y las autoridades que tienen a su cargo el control del transporte en la red vial del país; pero generalmente otros asuntos llaman su interés y se olvida deliberada o subconscientemente del hecho acontecido por dramático que fuere.
Dos sucesos de esta naturaleza acontecidos durante los últimos días del año recién pasado; sin embargo, en lo que a mí personalmente respecta, me provocó sensible emoción el percance en el que fallecieron un matrimonio y dos de sus hijas.
Jamás en mi vida había escuchado la existencia de una familia de guatemaltecos integrada por los esposos Érick Daniel López Baldizón y Ana Rocío Lepe Grajeda de López y sus hijos María André y María Reneé, gemelas de 15 años de edad, de manera que los acontecimientos de su entorno hogareño me eran desconocidos y, en todo caso, sin ninguna relevancia para mí.
De pronto esos nombres irrumpieron en mis pensamientos y sentimientos el anterior domingo 29 de diciembre, cuando supe que los cuatro habían fallecido trágica y sorpresivamente, mientras que el hermano de las chicas, de nombre Germán Daniel, de 17 años, resultó seriamente herido y fue trasladado al Hospital de Accidentes del IGSS.
Me puse a pensar en los preparativos que el matrimonio López Lepe habrían realizado la noche anterior para retornar a su hogar, el entusiasmo de los hijos el sábado en la mañana antes de regresar a su casa, las expectativas que se forjaron para celebrar en su residencia de la zona 7 de Mixco el Año Nuevo; en fin, en las conversaciones bulliciosas que surgen espontáneamente entre los miembros de una familia que viaja unida, ignorando que pocos kilómetros antes de arribar a su destino el automóvil sedán sería abruptamente embestido por un camión que transitaba en sentido contrario y que se salió de su carril.
¿Cuáles fueron las causas? Como suele ocurrir, se ignoran los pormenores, pero no se descarta que el chofer del vehículo pesado condujera a excesiva velocidad, por los indicios del suceso; pero lo que más me conturba o estremece es pensar en el jovencito sobreviviente, que se ha quedado sin padres y hermanas. Me sobrecoge la profunda tristeza que sufre, si se encuentra lúcido, o al recobrar la conciencia, si persiste su estado crítico, y su encuentro con la cruel realidad.
En otro accidente, un piloto de autobús extraurbano, por conducir con imprudencia, en una carretera en San Marcos, volcó la unidad, con cauda de 40 heridos. Sin víctimas fatales, milagrosamente, porque el percance ocurrió en una pendiente muy peligrosa y generalmente cubierta de niebla, además de que la camioneta cayó a un barranco de 20 metros.
(El peatón Romualdo Tishudo, dedicado a los padres del matrimonio fallecido, parafrasea al profeta Isaías: Perece el justo y no hay quien piense en ello, así como los piadosos mueren).