En el inicio de un ciclo que se marca más por el paso del calendario que por la diferencia de lo que ocurre entre un año y otro, iniciamos 2014, podemos remontarnos años y años en titulares y encabezados de prensa y siempre encontrar los problemas, las inquietudes, las oportunidades, los buenos deseos y al bebé del año para empezar nuevamente otros doce meses.
Si bien está claro que eso es así, es sin duda importante pensar este nuevo inicio desde una doble realidad, por un lado la personal, en donde queda en cada uno el concebir que ese cambio de ciclo puede llevarnos a reiniciar tareas pendientes, encauzar otras nuevas o dejar detrás hábitos y costumbres que de alguna manera fueron un lastre en nuestro pasado, hasta que ese conjunto de buenas intenciones nos ayuden a pensar que estamos ante una nueva oportunidad. En fin, plantearnos un nuevo inicio es una necesidad humana y el no vivirlo o no sentirlo parece ser igual a resignarnos a no ser capaces de simplemente mejorar nuestra situación personal. En el ámbito de la realidad nacional la perspectiva es diferente y mucho más completa, aquí debemos aunar nuestras buenas intenciones a las buenas intenciones de otros muchos, si es que creemos que todos las tienen y desde el primer círculo, el familiar en el que estamos obligados a motivar, pasando por el laboral en donde aún podemos tener mucha incidencia, desembocamos en el nacional, en donde las buenas intenciones de unos chocan, compiten y tienen distintos objetivos a las de muchos otros. En mi opinión, ante esa situación podemos tener distintas perspectivas, la primera extremadamente negativa y pensar que no existen buenas intenciones colectivas y que en este mundo bajo el lema, sálvese quien pueda, debemos de empujar, pelear, desconfiar y buscar única y exclusivamente nuestro bienestar sin que importe que precio tiene para los demás el que Yo lo logre. Por supuesto, también existe la perspectiva extremadamente positiva que sin mucho que analizar puede llevar a tan pretencioso enfoque a estrellarse en contra del muro de la realidad en el que se constituyen las enormes carencias y necesidades que en este país existen y que no están aquí por casualidad o por buena intención de alguien más.
En fin, para este 2014 prefiero enfrentar el año, en cuanto a la realidad nacional consciente de que tenemos muchísimos problemas los cuales no se resolverán bajo la idea de que pasando la página al calendario nuestra gente dejará de tener hambre o habrá educación para todos. Sé también que hay muchos que espoleados por sus propias ineptitudes y debilidades encuentran en el aprovecharse de los demás el camino para buscar su propio bienestar tal cual lo han hecho por muchos años, sin embargo, creo en que estamos muchos más que evitando que nuestras buenas intenciones tapicen el camino al infierno, con trabajo, esfuerzo y preocupación por los demás podremos hacer la diferencia quizás no para transformar este país en un año, pero sí para hacer lo posible para que este barco no se hunda en este esperado 2014.