Y la tierra siguió girando un año después del fin del mundo maya


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Ya desde las primeras horas de la madrugada, centenares de turistas peregrinaban a la pirámide maya de Chichén Itzá, en la península de Yucatán. Vestidos de blanco y con velas en las manos, esperaban en el yacimiento arqueológico a que saliera el sol y, con sus primeros rayos, llegara el comienzo de una nueva época. O el fin del mundo.

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Por DENIS DÜTTMANN Agencia DPA

Hace un año, el epicentro del movimiento New Age se situaba en Guatemala y México. Expertos esotéricos, líderes espirituales y teóricos de la conspiración procedentes de todo el mundo tenían toda su atención puesta en estos vestigios de la civilización maya, pero no sucedió nada.

Al parecer, la profecía del fin del mundo se apoyaba en una interpretación errónea de un calendario maya que data del siglo VII después de Cristo: el 21 de diciembre de 2012 terminaba el decimotercer baktun o ciclo según la forma de contar de los mayas. Ese día, el «señor de la luz» bajaría del cielo, según una inscripción jeroglífica hallada en el Monumento 6 de Tortuguero, en el estado de Tabasco.

Aquello desató gran «expectación» en todo el mundo, dijo recientemente el presidente del Festival Internacional Maya, Jorge Esma Bazán, en una entrevista con la revista «Líderes». Pero los mayas no esperaban en modo alguno el fin del mundo.

Según su forma cíclica de entender el paso del tiempo, esta civilización milenaria entendía que con el fin del decimotercer baktun comenzaba una nueva era. Pero los detalles etnológicos se perdieron en medio del revuelo por el supuesto apocalipsis.

Con todo, este error en la interpretación del calendario maya ha merecido la pena, al menos para Guatemala y México. La proximidad del fin del mundo aumentó el interés internacional en la cultura maya y los sitios arqueológicos, y también entre los vecinos del país muchos redescubrieron sus ricas tradiciones.

«Los mayas nos dejaron una valiosa herencia, enriquecieron la cultura de nuestro país», afirmó recientemente el presidente Enrique Peña Nieto durante la inauguración de una exposición. Según Peña Nieto, la civilización maya es una de las muchas que contribuyeron al «alma mexicana» y que sigue estando viva.

Ya el año pasado, el Ministerio de Turismo lanzó el programa Mundo Maya para beneficiarse de este renovado interés en esta cultura. El gobierno realizó notables inversiones en infraestructura turística en aquellas regiones marcadas por los mayas, como los estados de Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán, en el sur.

En Mérida abrió sus puertas un moderno museo dedicado a los mayas, en el que se muestran destacadas piezas arqueológicas y que permite al visitante adentrarse en el día a día de esta civilización. Además, el festival anual maya ilumina los distintos aspectos de su cultura.

«México es una potencia cultural, por eso debemos invertir en turismo cultural», dijo el director del festival, Bazán.

Pero mientras los mexicanos intentan aprovechar al máximo el malogrado «fin del mundo», en Internet vuelven a circular rumores sobre el presunto apocalipsis. Ahora, la fecha es el 22 de febrero, pues según una leyenda vikinga, en ese momento estallará la batalla de Ragnarök: la lucha apocalíptica entre dioses, gigantes y monstruos.

Ese día, el «señor de la luz» bajaría del cielo, según una inscripción jeroglífica hallada en el Monumento 6 de Tortuguero, en el estado de Tabasco.