Los atentados suicidas perpetrados en Rusia constituyen un escalofriante recordatorio de lo que representan los Juegos Olímpicos de Invierno para los terroristas: un objetivo que concentrará la atención mundial y atraerá a más de 2.500 deportistas de casi 90 naciones.
Así, aunque muchos dirigentes olímpicos ofrecieron garantías de seguridad después de que dos explosiones mataron a por lo menos 31 personas a 640 kilómetros (400 millas) de Sochi, algunos de los deportistas que se preparan para competir en los Juegos se mostraron intranquilos.
«Estoy preocupada», dijo la patinadora de velocidad Jilleanne Rookard, de Estados Unidos. «Me asusta que sus fuerzas de seguridad estén involucradas. No sé si confío necesariamente en sus fuerzas de seguridad. Pero tampoco quieren pasar una vergüenza nacional. Pienso en eso para aliviar algunas de mis preocupaciones. Estoy segura de que ellos querrán salvar su imagen y su orgullo».
De hecho, los rusos prometen que los atletas estarán seguros, pese a competir en una ciudad que se ubica apenas a 480 kilómetros (300 millas) del punto donde se originó una insurgencia islamista que ha generado preocupaciones de seguridad para los Juegos, los cuales se inauguran el 7 de febrero.
El país ha gastado una cifra récord de 51.000 millones de dólares a fin de prepararse para albergar por primera vez unos Juegos Olímpicos de Invierno. Ha prometido que este suceso será «el más seguro en la historia olímpica».
Alexander Zhukov, integrante ruso del Comité Olímpico Internacional dijo que los atentados no ameritan la implementación de medidas adicionales de seguridad, porque «se ha hecho ya todo lo necesario».
El sueco Johan Franzen, jugador de hockey sobre hielo, percibe la situación en forma distinta.
«Estoy seguro de que, después de esto, la seguridad será más intensa de lo que ellos contemplaban al comienzo», indicó.
La amenaza del terrorismo en los Juegos Olímpicos ha estado presente desde 1972, cuando los integrantes de un comando terrorista palestino invadieron la villa olímpica en Munich y mataron a 11 atletas israelíes.
Los juegos invernales de 2002 en Salt Lake City se realizaron apenas cinco meses después de los atentados del 11 de septiembre. Las mejoras en la tecnología, así como las amenazas de terrorismo han convertido a la seguridad en un tema prioritario para cualquier nación que organiza los Juegos Olímpicos.
Entre las medidas de seguridad que Rusia ha implementado para los juegos de este año figura el requisito de que todas las personas que cuenten con boletos obtengan y porten «pases de espectador» cuando asistan a las competiciones. Para obtener ese pase, los aficionados deben mostrar su pasaporte y datos personales a las autoridades.
El lunes, el presidente del COI Thomas Bach escribió una carta de condolencias al presidente ruso Vladimir Putin, y expresó su «confianza en que las autoridades rusas realizarán unos juegos seguros en Sochi».