George Clooney y el expolio nazi


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La Segunda Guerra Mundial ha demostrado en incontables ocasiones ser una fuente inagotable de historias, y cuando parecía no haber más, llegó George Clooney para ofrecer su talento como director, actor y productor en «The Monuments Men», una de sus películas más originales y con un notorio reparto como reclamo.

Por Liliana Martínez-Scarpellini LOS ANGELES / Agencia dpa

Se trata de una de esas historias, que como el buen vino, ha necesitado de mucho reposo para ver la luz. No deja de ser curioso, sin embargo, que llegue ahora a la cartelera, en una era de escaso margen de riesgo para historias con cierta aura intelectual, con sabor a cine de antaño.

Pero Clooney quería hacer algo poco convencional y sin atisbo de cinismo, un factor, dice, demasiado común en Hollywood. Y el libro «The Monuments Men: Allied Heroes, Nazi Thieves and the Greatest Treasure Hunt in History», de Robert M. Edsel, le pareció una solución perfecta.

El galán de la meca del cine se puso manos a la obra junto a Grant Heslov, conocido por su trabajo en la producción de «Argo», para dar forma a la historia: el curioso relato de los ocho hombres que se encargaron de salvar valiosos objetos de arte de la destrucción del ejército nazi al final del conflicto bélico.

El libro de Edsel describe cómo un grupo de historiadores, directores de museo y comisarios artísticos formaron una coalición aliada para rescatar piezas de gran valor en la Alemania nazi cuando la guerra daba ya sus últimos coletazos.

Clooney entendió la importancia histórica de la causa, aunque no dudó en añadirle el toque cómico al asunto al ubicar a un grupo de profesionales del arte en un campo de batalla. Así se decantó por actores de la talla de Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Jean Dujardin y Bob Balaban.

El propio Clooney da vida al teniente Frank Stokes, mientras que Cate Blanchett aporta el toque femenino en el papel de Rose Valland, un histórico líder de la Resistencia francesa y una prestigiosa historiadora del arte.

Clooney cuenta en una entrevista que no fue una tarea fácil, sobre todo para incorporar a actores como el escurridizo Murray. «Bill viene a mi casa cada verano. Somos grandes amigos», explica el protagonista de «Syriana». Así fue cómo le pidió que se incorporara al rodaje, sabiendo que no tiene agente, ni manager y que el compromiso para la película significaba cuatro meses de su tiempo.

Gran parte del rodaje se llevó a cabo en Alemania e Inglaterra a petición del director, para dotar de mayor realismo a la película. Allí encontró los miles de extras que andaba buscando para las escenas militares.

«Al final terminamos cinco días antes y cinco millones de dólares por debajo del presupuesto», cuenta con orgullo Clooney, que a sus 52 años ha aprendido a disfrutar de su posición para hacer las películas que más le llaman la atención, alejado del dinero y del cine comercial.

Es, en definitiva, un trabajo inspirador. Como menciona su personaje en algún momento de la película para explicar la motivación de aquel grupo de hombres en medio de un sangriento campo de batalla, «si destruyes la cultura de una generación entera, es como si no hubiera existido jamás».