Expresiones tan antiguas que saturan todo el orbe, de verdad, o formulismo pegajoso en ocasión de los eventos, calidad universal. ¿Pero hoy podrán tener realidad cuando el mundo está convulso, vulnerable a las tragedias causadas por los fenómenos naturales persistentes dondequiera, con saldos espantosos, urgidos de reconstrucción indispensable y urgente en demasía?
Deseos de boca en boca, debido al arraigo en mención tendrán sustento si llegase a prevalecer algún día un ambiente de «auténtica paz, firme y duradera”, cimiento de enorme solidez. El deseable SI, garantía verdadera de un estado de cosas que penetre la conciencia dondequiera y provea el bienestar anhelante, ausente en toda forma visible en el ámbito mundial, ojalá.
Tener a título de indispensable los fondos monetarios para la adquisición de lo necesario, que satisfaga intereses y necesidades principales. ¿Podrá disfrutar de feliz Navidad y Año Nuevo, siempre y cuando se prescinda del derroche que evitará la quema de dinero en pirotécnica gigantesca, conformada por fuego, humo, ruido bárbaro como cenizas contaminantes sin duda.
¿Podremos disfrutar acaso de una feliz Navidad y Año Nuevo en medio del asombro que provoca la imparable delincuencia, inseguridad y mortandad día tras día? Escenas de pavor, pánico creciente, dominante aquí y allá, de crecimiento alarmante también, apoderado de miles y miles de seguidores obtusos desde la niñez, transformada en fatales sicarios hoy en día.
Gozaremos entonces de una feliz Navidad y Año Nuevo, siempre y cuando el tradicional tamal y su respectivo caliente (ponche) estén presentes en las mesas de todos los hogares. Sin el menor ánimo de caer en el consumismo delirante que fomenta con tenacidad la publicidad, noche y día. Que los elementos básicos posibiliten a todos, sin botar dinero junto a la basura gigantesca.
Factibilizará una feliz Navidad y Año Nuevo el hecho de beber con moderación, ajenos al consumismo industrial, observado con extrema facilidad. Son consumistas hasta menores y adolescentes en apuestas malentendidas prólogo de innumerables accidentes tremendos, con la pérdida mortal de vecinos, los propios amigos, de manera inconsciente y censurable, pero sigue igual.
Podrá ser realidad el tantas veces mencionado deseo de feliz Navidad y Año Nuevo, si el parque vehicular capitalino y del interior toma conciencia y conduce en estado de sobriedad. Saber que la red vial no es pista de carreras. Que el transporte extraurbano no viaje sobrecargado de usuarios, urgidos de visitar el terruño y a los suyos, sin percatarse de tal peligro.
¿Feliz Navidad y Año Nuevo? Pero que el calor humano familiar lo logra; que los mejores regalos signifiquen la sana alegría de convivir gratos momentos en ese círculo. Reafirmar la buena vecindad, mejorando las buenas relaciones existentes. Que la ornamentación hogareña usual sea sencilla, llevando mensajes positivos, de auténtica alegría en homenaje al sentimentalismo.