Las expectativas que provoca el nuevo año siempre son crecientes, aunque muy pocas veces de gran calado. Hay nuevos propósitos, nuevas ideas, nuevas metas, aunque en ocasiones tengan una buena dosis de los objetivos no alcanzados en el año que termina.
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Sin embargo, siempre será un buen ejercicio repasar las cosas nuevas que queremos y ver por fracciones aquello grande que deseamos para ir sumando de poco hasta completar la meta.
Los guatemaltecos, en varios casos, estamos acostumbrados a criticar a aquellos que intentan salirse de su situación actual. Vemos que sus métodos parecen no coincidir con lo que buscan, según nuestra perspectiva. Cuando lo logran, solemos restarles crédito. Pero esa tendencia ojalá se esté revirtiendo, pues en los últimos años hemos visto éxitos de connacionales que nos permiten sentir orgullo.
Guatemala es un país lleno de oportunidades, vasto en recursos naturales, con gente trabajadora que hace su labor por sí misma y que no se queda esperando la ayuda de nadie. No obstante, esta es una verdad a medias en varios puntos del país, que por momentos determinan los resultados de los procesos electorales.
Aunque en Guatemala convergemos varias clases sociales, varias etnias, la cultura nacional es rica por su diversidad. Muchos olores, sabores y colores nos imprimen su sello característico, aunque la primera vez que salimos de nuestro país no lo sabemos expresar y nos topamos con la identificación casi demencial de los extranjeros con su propio país. Envidiable a veces.
Los escenarios probables para el país siempre son tres bien definidos: que las cosas mejoren, empeoren o que no tengan cambios. El escenario económico parece ser de la tercera opción, pues recientemente en un noticiero de radio Hugo Maúl, del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN) dijo que no ve una mejora en la situación económica de los guatemaltecos para el próximo año, ya que prevé falta de empleo y escasas oportunidades de hacer negocios.
El panorama político, parece ser que la situación empeorará ya que la llegada de las campañas de los partidos políticos suele traer consigo una ola de violencia electoral. El contexto social, incidido por los anteriores parece también de la segunda opción.
Por lo tanto, no parece que tengamos muchas razones para pensar que la situación de Guatemala mejorará, pero ese es uno de los retos del nuevo año, no solo identificar claramente esos puntos para poner en marcha proyectos que los cambien, o al menos puedan incidir en ellos y hacer que el cambio ocurra.
Aunque algunas personas consideren que la posibilidad de hacer de Guatemala un mejor país es solo obligación del gobierno, hay en cada uno de nosotros un agente de cambio que tiene la capacidad de alterar el ritmo de lo que sucede a su alrededor, no por un beneficio individual, sino colectivo.
La corrupción de todo el sistema puede nublar las expectativas que se tengan en las instituciones y todo el Estado, pero otro país es posible y tener como propósito una nueva y mejor perspectiva en la vida, y luchar por ello puede significar un aporte.
Tenemos a nuestro lado las tecnologías de información, con las que leyendo e investigando se puede ir cortando el velo que los políticos y grupos de poder usan para engañarnos; hay que romper esa barrera para involucrarnos y dejar de lado la indiferencia e interesarnos al fin por lo que realmente importa: el bienestar de todos los guatemaltecos y guatemaltecas.