MAGDA EUNICE SÁNCHEZ, EL LIBRO


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Recientemente la Fundación G & T Continental presentó el libro Magda Eunice Sánchez, una lujosa publicación que recoge una amplia selección de dibujos, pinturas y esculturas e interesantes ensayos críticos realizados por Dante Liano

Por Juan B. Juárez

Roberto Cabrera, Silvia Herrera, Juan B. Juárez y Guillermo Monsanto sobre la personalidad, la obra y la trayectoria de la destacada artista nacional fallecida en 2008.
  
Las obras reproducidas en el libro, aunque ilustran perfectamente el particular estilo de la artista y la diversidad de intereses técnicos y temáticos que se manifiesta en su producción, no sigue, sin embargo, un orden cronológico.  De hecho, deja de lado lo que la artista produjo en los años 70 y 80, que son los de su formación y de los primeros pasos de una trayectoria que se inició en medio de la reserva o la indiferencia de los artistas que destacaban en esa época violenta y del escaso público que podía comprender el aspecto poético e intimista de sus dibujos.  Quizás esta laguna se explica porque es muy poca la obra de esos períodos que sobrevivió, explicación que a su vez delata la indiferencia del medio y la falta de fe de un público que en esos momentos no tuvo la capacidad de apreciar su valor y significado artístico ni, por consiguiente, la voluntad de conservar las obras.
   
Los ensayos críticos son otras tantas aproximaciones a la obra y la personalidad de Magda Eunice Sánchez, hechas desde perspectivas dadas no sólo por la diversidad de las expresiones y la densidad vital de la artista sino también por la situación y los intereses personales y profesionales de los respectivos autores. 
    
Así, el ensayo de Dante Liano, titulado Magda Eunice, artista sin defecto, es algo más que una apología: es una especie de retrato espiritual de la creadora plástica y una interpretación filosófica y literaria de la “poética” que da sentido a su obra.  La retrata, en efecto, cuando dice:

“Magda era una sensibilidad en carne viva.  Detestaba con toda su alma lo ramplón, lo vulgar y lo mediocre”. O bien, “En una época cuando ser rebelde estaba de moda, ella se rebeló contra esa moda.  Era rebelde a la enésima potencia”. E interpreta el sentido de la obra cuando destaca el objetivo estético que perseguía la artista:

“Hay un deliberado juego de conceptos en haber escogido solo desnudos femeninos, en la obra de Magda Eunice, para elaborar una metáfora sencilla, directa, sin necesidad de tantas elaboraciones teóricas.  La desnudez como metáfora de la poesía que revela conocimiento, o parte de él”.
    
Guillermo Monsanto revisa la trayectoria desde la perspectiva de su “éxito” profesional en el mercado de arte, en el cual “(…) terminaría siendo una de las artistas favoritas de los coleccionistas de todos los tiempos”.
    
Roberto Cabrera, por su parte, relaciona el dibujo de Magda con la tendencia conceptualista que caracteriza al arte del siglo XX y hace una erudita filiación de su estilo con la tradición artística de occidente y con las tendencias contemporáneas.  Dice: “así, su dibujo-pintura o pintura-dibujo es una unidad formal y expresiva como la mayor parte del arte del siglo XX y como el figurativismo que aún hoy día de practica dentro de lo que en nuestros países se denominó Nueva Figuración.  Figuración dibujada y pintada a la que en Guatemala los miembros fundadores del grupo Vértebra dieron un particular enfoque que encontró eco en otros artistas de la generación del sesenta con trayectoria en el dibujo, el grabado y la pintura como Rodolfo Abularach, Enrique Anleu Díaz, Ramón Ávila y la generación de artistas jóvenes de finales de esa década y principios de la siguiente: Moisés Barrios, Arnoldo Ramírez Amaya, Rolando Ixquiac, entre otros”.
    
Juan B. Juárez analiza la obra de Magda como producto fatal una personalidad artística excepcional que se formó en un contexto artístico, cultural, social y político marcado por el inicio de la guerra interna, la grandilocuencia ideológica y el machismo que negaba a la mujer capacidad para la creación artística significativa.
“Como se ve, se trataba de un ambiente artístico adverso para la sensibilidad más bien lítica e introspectiva de Magda Eunice”.

“Timidez que lucha contra la intimidación, su obra es el registro de sus pequeños triunfos frente a lo que la inhibe y la niega.  Son pequeños triunfos contra un enemigo insuperable que retrocede apenas unos pasos pero que no atenúa la presión del cerco.  De allí que esos pequeños logros no tengan nunca un aire triunfal sino conserven la levedad y la delicadeza de un atrevimiento pudoroso o, a lo sumo, la audacia y la simpatía de un guiño de secreta complicidad”.

Silvia Herrera realiza un análisis formal y semántico de la escultura de Magda, disciplina que cultivó en la última etapa de su vida.  Sin descuidar la persona concreta que era la artista, su interpretación parte de los materiales pero se detiene en las formas que crea y en su significado como lenguaje humano y como poesía personal:

“Los músicos son personajes anchos y voluminosos, pero aligerados por su expresión.  Las texturas, intencionalmente rugosas, imprimen un carácter terroso y pesado a estos personajes que se alivianan al mismo tiempo por ese hálito musical y espiritual que los anima.  Por interpretar un instrumento, se elevan más allá de su forma rotunda y masiva, además, sus cabezas inclinadas hacia la izquierda indican sensibilidad y cuidado.  Con esta inclinación, Magda consiguió el drama, la animación y el carácter de sus figuras.  Su equilibrio visual fue formal y expresivo a la vez”.

Se trata, en fin, de un libro que se ve y se lee con gusto.  La reproducción de las obras, sobre todo de los dibujos, permite, en efecto, el aprecio de sutilezas técnicas y expresivas; y los textos facilitan la comprensión de carácter y la razón de ser de una obra que dice mucho no sólo de la artista que la creó sino también de la época, o mejor dicho, de las épocas y de las atmósferas culturales que marcan las circunstancias de su creación y de la comprensión y valoración de su significado artístico.