Sin la solidaridad, no existe la democracia


Jorge_MARIO_Andrino

“La solidaridad es uno de los valores fundamentales y universales en que deberían basarse las relaciones entre los pueblos en el siglo XXI. Por ese motivo, la Asamblea General decidió proclamar el 20 de diciembre de cada año Día Internacional de la Solidaridad Humana, en su resolución 60/209, de fecha 22 de diciembre de 2005. Además con el objetivo de erradicar la pobreza y promover el desarrollo humano y social en los países menos industrializados, en particular entre los segmentos más pobres de sus poblaciones, la Asamblea General creó el Fondo Mundial de Solidaridad, en su resolución 57/265”. –Organización de Naciones Unidas–.

Jorge Mario Andrino Grotewold


Sin lugar a dudas, Guatemala es uno de esos Estados en los que existen grandes brechas de desigualdad entre sus ciudadanos, y diametralmente distintas unas de otras, situación que afecta no sólo el ámbito social, sino el económico, cultural, político y algunos otros géneros que también son parte del Estado.  Y dirigido a poblaciones como la guatemalteca es la razón por la que la solidaridad se convirtió en una política pública internacional, principalmente por razones humanitarias, pero también para cultivar e incentivar las relaciones entre los Estados, sus gobernantes y sus habitantes.

Por ello, a nivel internacional, múltiples son los esfuerzos que se realizan por medio de la ONU y de países desarrollados, todo en pro de ayudar, humanamente a aquellos menos afortunados, especialmente continentes que durante algún tiempo de la historia fueron objeto de conquista y colonización, que regularmente hizo desmayar su proceso evolutivo, o bien simplemente fueron obligados a realizar otras tareas y circunstancias que modificaron sustancialmente su proceso evolutivo.

Nacionalmente, también constituye una importante estampa para los procesos políticos y gubernamentales, pues a través de vivencias, estadísticas y testimonios, se recogen las graves situaciones de Guatemala en el tema de pobreza, ausencia de servicios públicos esenciales, y el irrespeto de los derechos humanos, lo que es aprovechado por quienes intentan administrar al Estado, para prometer y planear sus campos de acción, cuando en caso de ser electos, puedan implementar para mejorar las condiciones de vida de todas las personas, pero especialmente para quienes más lo necesitan.

Pero los distintos gobernantes, han dejado a un lado la herramienta más poderosa de todas, para alcanzar sus metas de promesas incumplidas como producto de campañas con costos de vergüenza; y es el gran sentido de solidaridad y humanismo que el propio ser humano tiene para con sus semejantes, mandamiento que no siempre se recuerda (quizá solo en esta época de Navidad y durante la Semana Santa), evitando con ello incentivar procesos de voluntariado, solidaridad y otros más a favor de niños, niñas y adultos que merecen tener y alcanzar todos los derechos y sueños que la vida y Dios les ha dado.  Un ejemplo interesante de ello, pero aun sin evaluar a fondo sus resultados, es el denominado proceso de Responsabilidad Social, tanto empresarial como de otros ámbitos (académica, cultural, deportiva, etc).

Una sociedad que no es solidaria con las personas más necesitadas, no tiene pilares ni bases para implantar una democracia sólida.  Ejemplos tenemos en todo el mundo, desde Sudáfrica con la lucha contra el apartheid, pasando por Argentina y sus distintas crisis políticas y económicas, y terminando con Alemania, y su gran sentido de responsabilidad y cultura de solidaridad, que permitió a todos estos Estados sufrir, trabajar juntos, ser solidarios y resurgir para tener un país más justo y correcto. ¿Por qué Guatemala no puede hacer lo mismo?