Algo falla en las estimaciones de ingreso


Oscar-Marroquin-2013

Es importante recordar que este año se produjo un serio enfrentamiento entre el Superintendente de Administración Tributaria, Miguel Gutiérrez, y el Ministro de Finanzas, Pavel Centeno, por la notable diferencia en cuanto a las metas de recaudación de impuestos para financiar el presupuesto de la Nación. El Ministro, sólidamente respaldado por la Vicepresidenta, sostenía que la meta de recaudación no estaba siendo cumplida por el titular de la SAT, mientras que éste afirmó todo el tiempo que hubo una errónea estimación del ingreso y que se había establecido una meta inalcanzable por lo que aconsejaba su revisión.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Como donde manda capitán no manda marinero, Gutiérrez terminó siendo renunciado porque imperó la tesis de Centeno y Baldetti en el sentido de que era culpa suya que no se llegara a las metas establecidas. Ahora, meses después de la renuncia y con una nueva administración que aceptó como válida la estimación que hicieron los técnicos de Finanzas (o tal vez es mejor decir los políticos de Finanzas), resulta que Gutiérrez tenía toda la razón porque el ingreso se quedó muy por debajo de lo que habían calculado cuando se hizo el presupuesto para este año.
 
 Eso significa que los encargados de la administración financiera del Estado tienen la obligación muy seria de revisar sus métodos para estimar el ingreso ordinario producto de los impuestos que pagan los contribuyentes, puesto que se siguen haciendo cuentas de gran capitán, como se vio con el proyecto de presupuesto que al final de cuentas no fue aprobado por el Congreso. Pero falta ver si aun quedando con el presupuesto del año anterior, en el 2014 llegaremos a tener captación de tributos suficientes para evitar un alto déficit fiscal como el que hemos tenido este año y si no será necesario que nos mantengamos en la carrera de endeudamiento que hemos tomado, bajo el argumento de que todavía tenemos niveles de deuda “manejable” según los criterios de los organismos calificadores de crédito, aunque el dinero que se obtiene de los empréstitos no esté siendo utilizado para invertir en la mejora de nuestro desarrollo social sino muchas veces es realmente dilapidado por la corrupción.
 
 El tema es que la Superintendencia de Administración Tributaria es una entidad eminentemente técnica que debe establecer sus metas con criterios objetivos y no marcados por erróneas interpretaciones como las que llevaron a Centeno a creer que tendría mucho ingreso por efecto de la reforma fiscal, cuando ocurrió todo lo contrario. Y de paso revisar los criterios de toma de decisiones, puesto que evidentemente el Gobierno en su conjunto metió la pata hasta adentro cuando se presionó a Gutiérrez para que renunciara. Seguramente que el entonces titular de la SAT sobreestimó su posición personal y creyó que sería capaz de imponer su criterio, por ser más técnico, al ministro de Finanzas, pero pasó por alto la realidad política del momento en la que Centeno era mucho más poderoso que él, aunque no fuera más competente ni certero en sus estimaciones.
 
 Cualquier país necesita tener una correcta estimación del comportamiento de su economía y de las posibilidades que tendrá de captación de ingreso por la vía tributaria. Sin esa correcta estimación es como andar volando a ciegas y sin instrumentos, porque al final de cuentas no tenemos idea siquiera de lo que ha de ocurrir el año entrante y de cuánto dinero habrá disponible para atender las necesidades de la población y los compromisos del Estado. La SAT no puede ser comparsa de los intereses políticos y precisamente para evitar ese riesgo fue creada, por lo que es tiempo de que con profesionalismo hagan correcta estimación de los ingresos.