Lectura controversial en mezquita


El periodista y escritor alemán Guenter Wallraff, quien en la década de los 80’s denunció las condiciones de trabajo de los inmigrantes turcos en Alemania haciéndose pasar por uno de ellos, propuso hacer una lectura pública de «Versos satánicos» de Salman Rushdie en una mezquita de Colonia (oeste).


La construcción de una nueva mezquita en esta ciudad divide a la población y despierta de nuevo el debate sobre la integración de 3,4 millones de musulmanes que viven en Alemania, de los cuales 1,8 millones son turcos.

¿Busca usted la provocación al querer realizar una lectura pública en una mezquita de un libro considerado blasfemo con respecto al islam?

No, lo hago en nombre de los trabajadores inmigrantes que viven en Alemania, como persona que ha vivido bajo la piel de un turco durante dos años. No soy un enemigo, sino un amigo de los inmigrantes. Ellos me conocen como alguien que se comprometió por su integración y que denunció sus problemas, especialmente en mi libro «Cabeza de turco», que se ha convertido en un libro de culto en algunos paí­ses musulmanes, especialmente en Turquí­a.

¿Cómo se le ocurrió la idea?

Esto ocurrió durante un debate en vivo en la radio alemana Deutschlandfunk, la discusión se referí­a a la construcción de una mezquita en Colonia. El representante de la comunidad musulmana, Bekir Alboga, me preguntó si yo querí­a ser miembro del consejo de esa comunidad. No estoy en contra, por principio, pero ahora quiero contribuir al debate sobre el islam. Así­ me vino la idea de leer «Los versí­culos satánicos» de mi amigo y colega Salman Rushdie, quien vivió dos veces escondido en mi casa, en momentos en que la fatwa contra él era extremadamente amenazante. No pensé que esta propuesta causarí­a tantas reacciones y tanto ruido.

¿Cree usted que los musulmanes están dispuestos a romper ese tabú?

Los musulmanes no conocen ese libro, ningún religioso musulmán lo ha leí­do. Estoy convencido de que incluso el ayatolá Ruholá Jomeini –fundador de la República Islámica de Irán– quien condenó a muerte a Salman Rushdie en una fatwa en 1989, ndlr– no lo leyó.

Además, el libro no ha sido hasta ahora traducido ni al turco ni al árabe. Se ha utilizado a un autor para hacer polí­tica. Ese libro es una obra maestra literaria y cuando se comienza a leerlo se percibe que no es un panfleto. Considero que esa lectura va a tener lugar, probablemente en otoño (boreal). Esta tendrá una gran significación, porque va a quebrar un tabú sobre el libro. Hasta ahora ninguna comunidad musulmana protestó contra esta fatwa. Debido a una especie de sentimiento de solidaridad, todo el mundo acepta esa fatwa en el mundo musulmán. Y esta lectura serí­a una señal importante contra los fundamentalistas islámicos. La lectura tendrá asimismo un enorme efecto liberador.