Las posadas de mi tierra


Posadas

Evocarlas da un vuelco anímico y generan dulce nostalgia. Vividas durante la niñez, preadolescencia y adolescencia, con sencillez pueblerina. Diciembre, mes para gozar de este inolvidable evento religioso, que fue marca simbólica en San Cristóbal, Verapaz.

JUAN DE DIOS ROJAS

Devoción, orden y respeto, conformó a esta tradición. Gozo plural y prevalencia al sonar chinchines, pitos, tamborcitos, y la presencia de la semejanza pastoril. El recorrido fervoroso con alabados, llevando en andas las imágenes de la Virgen María y San José, vestidos según el estilo de la época.

Organizados por mi antigua familia, los hermanos Narciso Peláez. Abundaban solicitudes para recibirlas –las posadas- en sus hogares y así obtener muchas bendiciones. Acompañantes, candela en mano, apagadas por el viento juguetón; no así los faroles llevados por patojos bien portados.

Recuerdo algunos episodios. Don Chicón Ramírez tuvo tremenda estrategia al escoger el ingreso a su casa donde se recibiría la posada. El fortachón zapatero decía: ¡este sí!, ¡este no!
Mientras tanto, doña Moncha Soberanis, de peso completo, por un empujón, cayó a media sala entre sonoras carcajadas.

En una vivienda verdadero clan y ladera, cercana a Calzado Cobán, los Caal Coy, “los cocheros” y marimberos les decían, debido a lo angosto de la puerta, tuvieron que desarmar el marco y, santos en paz

Al finalizar rezos y alabados repartían antojitos: café, ponche y tamales, según sus condiciones económicas. Se daba atención especial a personas mayores, cantoras y lectoras. Había total y verdadera complacencia.

En una posada en la aldea Chiyuc, el mandamás don Rafael Tello Valdés, superó el número de invitados y “colados”. Así que tuvieron que recurrir a repartir un tamal para dos,  pero esto no solucionó el problema y así que después, se dio uno para tres. Al resto ni las hojas les llevaron, sintieron muy bajo perfil.

Laborantes de Calzado Cobán sacaron posadas diferentes, amenizadas con guitarras, violines y tortugas, con el sonoro Tucuticutú, Cantantes entonados, abundantes faroles, guacalitos, pitos y un super farol llamado: Tololoche, eran siempre disputados, a veces mediante los puños.