Restauran piezas históricas del Cerrito del Carmen


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Con motivo de los cuatrocientos años cumplidos desde la construcción de la primera Ermita del Cerrito del Carmen que fue erigida en 1613, pensada para acoger a la virgen del Carmen, se inició la restauración de tres puntos importantes en esta pequeña iglesia, reconocida como monumento histórico, y son:

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POR REDACCIÓN CULTURA

El Retablo Mayor, construido en 1745, el Retablo de la Sacristía y finalmente, el Confesionario de Espejos, único de su tipo en el país.

Jorge Alberto Carías, reconocido restaurador, fue el encargado de la obra. Los trabajos se iniciaron luego de un breve estudio de las condiciones de los tres elementos, la primera semana de septiembre del 2012.

“Sabíamos desde algún tiempo que una intervención en favor del Retablo era particularmente oportuna y hasta necesaria: por la edad de las piezas, lo perecedero de los materiales y el escaso mantenimiento que había tenido en el pasado”, narra un documento sobre la reciente restauración.

Así relacionando la belleza con Dios y en busca de dar alegría al corazón del hombre “abrigamos la esperanza de que el retablo restaurado, lleno de belleza, despierte en el hombre moderno la admiración y con ella la nostalgia de Dios y el deseo de la espiritualidad”, continua el documento.

El primer paso en el largo proceso de la restauración consistió en desarmar el retablo cuidando la enumeración de cada pieza. El Retablo Mayor se compone de 40 piezas de madera de cedro cubiertas en capas de oro fino, además de contar con ocho pinturas en óleo colocadas sobre una base del mismo tipo de madera.

Al momento de desarmarlo se evidenció el deterioro que la estructura contenía, pues los soquetes que daban estabilidad a la armazón y que debían afianzarlo a la pared estaban dañados y algunos estaban podridos. En cierta forma la estructura padecía de una enfermedad agravada por la humedad, la presencia de hongos y termitas, entre otros.

Igualmente, la madera tenía daños porque anteriormente había sido clavada especialmente en el camarín en donde se conserva a la Virgen. Así también se había tratado de sustituir fragmentos de manera con pasta de yeso coloreado, dañando su composición original.

PINTURAS
Las pinturas presentes en el retablo también habían sufrido serios daños pues algunas estaban rotas, mientras que otras estaban manchadas, además de esto todas  estaban cubiertas con una gruesa capa de polvo y hollín que apenas permitía admirar su contenido.
La restauración de las obras necesitó de una minuciosa limpieza con distintos solventes y disolventes a manera de  conservar el oro en la madera y los colores originales de las pinturas.
Los santos representados en las pinturas son San Joaquín, Santa Ana, San José, Santa Joana, Santa Cirila, Santa Ángela, Santa Teresita, y finalmente, San Juan el bautista.

Luego de sanar, recuperar o reponer los elementos dañados de los cuadros el proceso culminó con la colocación de varias láminas de oro, de 23 quilates, en las partes en las que la madera la necesitaba.

A pesar de que las iglesias antiguas no son restauradas con el fin de atraer a turistas a algo parecido a un museo, sí se reconoce la importancia del arte religioso a través del tiempo.

El papa San Gregorio Magno decía: “se pintan las iglesias con imágenes porque los que no saben leer, viendo las paredes, lean lo que no pueden hacer en los libros”. Así, la estructura del Retablo Mayor de la Ermita es considerada por los expertos como uno de los mejores ejemplares del estilo ultra barroco, que se caracteriza por la llenura, la exageración de la decoración y el detalle.  Es común perderse en las obras de este tipo, pues siempre hay mucho que ver.

El retablo mayor, que mide 5.60 metros de alto y 6.89 metros de ancho, fue la única pieza que sobrevivió el terremoto de 1917 y 1918, siendo colocado en la nueva Ermita reconstruida por el arquitecto italiano Guido Albani, en 1925. 
Durante la época Colonial los países de Latinoamérica utilizaban los retablos para inculcar la doctrina cristiana de manera gráfica. Y es que la evangelización representada en una presentación sugestiva y atrayente funcionaba como una lección gráfica, planeada específicamente para la exaltación cristiana.

RETABLO DE LA SACRISTIA
& EL CONFESIONARIO

El Retablo de la Sacristía es aún más antiguo que el primer retablo, pues fue traído a Guatemala en la construcción de la primera Ermita en 1620. Su estructura es mucho sobria, pequeña y no tan decorada. Su atracción principal son las imágenes de Santa Teresa de Ávila, San Antonio de Padua y San José con el niño Jesús.
“Por el tiempo y también por la usura de muchos factores, el dorado autentico no se miraba. Llegaron, pues, a limpiar totalmente el retablo y a poner el oro, los mismos 24 quilates, que tenía cuando fue construido”, relata Fray Bruno Friso, rector de la conocida iglesia.

La estructura aún conserva pequeños espacios en las columnas de cedro que dejan entrever la calidad de la madera original, con el fin de hacer notar la transformación.
La restauración del Retablo Mayor tomó a los expertos diez meses y la del Retablo de la Sacristía y el Confesionario tres meses.

Por otro lado, según el Fraile, el confesionario es el único de su tipo en Guatemala, aunque sí existen retablos adornados con espejos en otras regiones, como en Totonicapán. De camino a la salida hizo notar que bajo el piso de la Ermita se conservan varias criptas, rasgo característico de las iglesias más antiguas de Europa, tal como Notre Dame.

COSTO
La restauración de estas tres piezas fue financiada mediante la ayuda de los feligreses que cada domingo daban un aporte a la iglesia, que a decir del Secretario del Comité de la Ermita, Rodolfo Mejicanos, “aunque era pequeño, eran constantes”.
Además, la iglesia misma buscó la manera de agenciarse de más fondos por lo que realizó actividades paralelas a los servicios, como la venta de comida y diversas rifas. Por otro lado, la iglesia recibió una importante donación de la provincia franciscana de Venecia.

Así meses más tarde fue posible el remozamiento  del Retablo Mayor, en el cual se invirtieron 250 mil quetzales, y Q125 mil para el Retablo de la Sacristía y el confesionario. De estos dos últimos, la iglesia aún debe de cancelar  Q 80 mil, los cuales espera reunir muy pronto.