El Senado mexicano aprobó hoy la mayor reforma energética en décadas que termina con el monopolio estatal del sector petrolero y permitirá abrirlo a la industria privada nacional y extranjera.
La cámara alta aprobó por amplia mayoría de oficialistas y conservadores modificaciones a la constitución para permitir al gobierno otorgar contratos y licencias para la exploración y producción a empresas multinacionales, algo expresamente prohibido hasta ahora.
Los contratos se celebrarían directamente con el Estado en lugar de la compañía estatal Petróleos Mexicanos (Pemex).
La reforma admite contratos para compartir ganancias y producción, además de licencias mediante las cuales las empresas pagarán regalías e impuestos al gobierno por el derecho de explorar y extraer.
La industria petrolera fue nacionalizada en 1938 y desde entonces para muchos mexicanos es un símbolo de soberanía.
La reforma plantea que Pemex sea un competidor, aunque con ciertas preferencias, como por ejemplo ser la primera empresa en elegir los campos en que participará.
Distintos partidos y grupos de izquierda se han opuesto a la reforma al considerar que disfraza una privatización del sector, algo que oficialistas y conservadores han negado.
En los artículos transitorios de la propuesta se explica que se permitirá reportar a las empresas privadas, para efectos contables y financieros, la asignación o contrato correspondiente y los beneficios esperados, «siempre y cuando afirme que el petróleo y sus derivados, sólidos o gaseosos, que se encuentren en el subsuelo son propiedad de la nación».
Las modificaciones aprobadas van más allá de la propuesta presentada originalmente por el presidente Enrique Peña Nieto en agosto, que sólo incluía acuerdos para compartir ganancias.
Las concesiones, uno de los mecanismos considerados más liberales para las compañías privadas, continuarán prohibidas en el país.
La iniciativa aún debe ser aprobada por la Cámara de Diputados y 17 de los 31 estados.
La energética es la principal pieza de una serie de reformas promovidas por el presidente Peña Nieto en su primer año de gobierno en áreas desde la educación y el sistema fiscal hasta las telecomunicaciones.
La industria petrolera en México ha enfrentado diversos problemas en materia de producción al declinar el hidrocarburo existente en los yacimientos de más fácil acceso.
La producción de crudo en México tuvo en 2004 su mayor pico con la obtención de unos 3,4 millones de barriles diarios en promedio. A partir de 2005 comenzó a descender y actualmente se ubica en unos 2,5 millones de barriles al día.
Grupos izquierdistas han realizado protestas diarias para manifestar su oposición a la propuesta.