La sonda Curiosity de la NASA descubrió vestigios de un antiguo lago de agua dulce en Marte que pudo haber alojado una miríada de microorganismos durante decenas de millones de años, mucho más tiempo que los científicos suponían, según sugieren nuevas investigaciones.
El lago cerca del ecuador marciano existió hace unos 3.500 millones de años. Los científicos dijeron que no era salino ni ácido y que contenía nutrientes, una combinación perfecta para albergar microbios.
«En cuanto a su composición química parece un lago terrestre bien ordinario», dijo el científico del proyecto John Grotzinger, del Instituto de Tecnología de California.
El lago probablemente existió durante decenas de miles —quizás cientos de miles— de años. Aun cuando se secó, los científicos conjeturan que los posibles microbios podrían haber migrado bajo tierra, extendiendo el período de condiciones habitables potencialmente a decenas de millones de años. Pero la sonda carece de instrumental como para buscar microbios fosilizados.
Las conclusiones fueron publicadas el lunes en la revista Science y presentadas en la reunión de la Unión Geofísica Estadounidense en San Francisco.
«Los nuevos resultados refuerzan decisivamente la idea de que fue posible que hubiese vida en el pasado en Marte», dijo el científico planetario David Page en la Universidad de California, en Los Ángeles, en un correo electrónico.
Page, que no participa en el proyecto, agregó que «la cuestión de si hubo o hay vida en Marte sigue abierta».
El planeta rojo presenta una apariencia polvorienta y rugosa sin indicios de agua en la superficie. Pero no siempre fue un desierto; al comienzo de su historia era más tropical, con arroyos y ríos. Con abundancia de agua, los científicos creen que era un lugar donde pudo haberse desarrollado una vida primitiva que se alimentara de rocas y minerales, similar a los microorganismos en Tierra que se ocultan en cavernas y fumarolas submarinas.
Hace unos 3.500 millones de años, Marte experimentó un cambio y una intensa actividad volcánica. Las sondas Spirit y Opportunity, de la NASA, hallaron evidencias geológicas de que había agua en ese entonces, aunque tenía un alto contenido ácido y se consideraba demasiado cáustica como para permitir la vida.
Los científicos consideraban que gran parte del planeta abundaba en esa agua ácida hasta que Curiosity halló signos de un antiguo lecho acuático con un pH (alcalinidad) neutral cerca de donde se posó en la superficie marciana.
Y al analizar una roca sedimentaria, la sonda impulsada a energía nuclear halló evidencias de un cuerpo de agua más grande —el lago antiquísimo— cuya agua era teóricamente potable, con algunos de los ingredientes básicos de la vida como carbono, hidrógeno, oxígeno, azufre, nitrógeno y fósforo.