Durante más de un decenio, la gente que camina a lo largo de las playas de los Grandes Lagos ha tropezado con el doloroso panorama de numerosas aves, a veces cientos, víctimas de envenenamiento alimentario que le paralizó los músculos y provocó que se ahogaran.
Los científicos conocen desde hace tiempo que la causa principal es el botulismo Tipo E, que según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) puede haber matado a 100.000 aves en la región desde 2000. Los expertos tienen ideas, pero no prueba, de cómo la toxina actúa en la cadena alimentaria.
Pero ahora, usando métodos probados y nuevas tecnologías, están más cerca de resolver el misterio, un paso crucial para determinar si se puede hacer algo a futuro.
La Universidad Florida Atlantic reportó recientemente avances en un esfuerzo, el primero de su tipo, para determinar el paso de las aves que llegan a las playas tras morir en aguas abiertas. Expertos del Instituto de Ingeniería Oceánica de la alta casa de estudios colocaron cadáveres rellenos de aves en un tanque de laboratorio y midieron la resistencia del agua, información que combinarán con información de corrientes y vientos para intentar seguir la pista a la ruta que siguieron las aves una vez muertas.
Mientras tanto, varios laboratorios del USGS estudian la distribución de las aves y muestras de sedimentos recogidas del fondo de los Grandes Lagos, con la esperanza de identificar dónde se produce la toxina. Los estudios iniciales sugieren que los somorgujos y otras especies que se lanzan contra el agua para capturar peces pueden infectarse a niveles más profundos de lo que se pensó inicialmente.
«Es como una historia de detectives», dijo David Blehert, microbiólogo del Centro Nacional de Salud de la Vida Salvaje del USGS en Madison, Wisconsin. «Uno encuentra un cadáver en un lugar y quiere saber dónde ocurrió la muerte. Entonces analiza el cuerpo y encuentra un cabello, un trozo de fibra y lo rastrea hasta su lugar de origen, y así espera encontrar al culpable».
Los científicos documentaron un brote de botulismo Tipo E en los Grandes Lagos en 1963. Pero sean vuelto más frecuentes e intensos desde 2000. Algunas áreas tienen una situación crítica, como Sleeping Bear Dunes National Lakeshore en el norte de Michigan, donde 600 aves aparecieron en la costa muertas en 2012. El año anterior, unas 6.000 aves llegaron a la costa en Georgian Bay, en el Lago Hurón.
Las investigaciones sobre dónde, por qué y cómo ocurren los brotes han avanzado en años recientes, apoyadas por más de 2 millones de dólares entregados a través de la Iniciativa de Restauración de los Grandes Lagos, un programa del gobierno federal que tiene por fin hacer frente a algunas de las mayores amenazas ecológicas de la región.
«Todavía no tenemos una respuesta, pero nos estamos acercando», dijo Stephen Riley, biólogo marino del Centro de Ciencias de los Grandes Lagos del USGS en Ann Arbor, Michigan.