Cada poco tiempo surgen ideas de reforma que se basan en la necesidad de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para hacer reformas que permitan avanzar en la institucionalidad democrática del país. El contenido de las propuestas varía según el sector de donde provengan y todos piensan que han encontrado la piedra filosofal al sugerir que una Constituyente tiene la llave para crear un nuevo orden social que sea radicalmente distinto al desorden que actualmente caracteriza a Guatemala, país secuestrado por los políticos, el crimen organizado y los grupos de poder que se confabulan para adueñarse de todo mediante la maniobra de financiar las cada vez más costosas campañas políticas.
Pero no se dan cuenta los ponentes de tales ideas que estamos frente a un nudo gordiano, puesto que a la hora de que se convoque a una Constituyente serán los mismos partidos que se han paseado en el país los que propondrán candidatos, serán los mismos financistas quienes les apoyen para resultar electos y será el mismo crimen organizado el que pueda realizar presiones. Es de tal calibre el nudo gordiano que este sistema perverso puso al país, que si hubiera una Constituyente en estas condiciones, lo único seguro es que esos poderes ocultos saldrían fortalecidos, con más privilegios y menos riesgos.
El procedimiento para una reforma constitucional mediante una Constituyente, aunque la misma se invista de plenos poderes reclamando ser el poder soberano del pueblo, impide de manera absoluta que pueda lograrse por esa vía la transformación deseable para el país. Ni modo que los mismos partidos políticos que se hartan con los recursos públicos y que en el Congreso dan muestra de sus intereses verdaderos, van a cambiar mágicamente al ocupar un escaño constituyente para, súbitamente, anteponer los intereses del país a sus particulares ambiciones.
Cuando Gordio hizo el nudo para dejar su ofrenda atada en el templo de Zeus, lo hizo de tal manera que resultaba absolutamente imposible deshacerlo, pese a que lograrlo era el premio que daría el poder. Cientos trataron sin éxito de deshacer ese nudo gordiano y lo mismo nos está pasando a nosotros, puesto que sabemos que hay que cambiar, sabemos que es imposible darle viabilidad a una Nación con la institucionalidad podrida y secuestrada por el crimen organizado, por los politiqueros y por los empresarios que al financiar las campañas se adueñan de la cosa pública.
La Historia nos recuerda que fue Alejandro Magno quien acabó con el nudo gordiano, pero la única forma fue rompiendo con la espada las cuerdas. Romper los nudos gordianos demanda acciones tajantes que no están en la agenda guatemalteca.
Minutero:
Llamar a una Constituyente
y con los mismos partidos
es ignorar la corriente
que ya nos tiene jodidos