El eco de las escaleras anunciaba su llegada… finalmente, parado en la última grada de pelo cano, y ralo, de estatura media y con una cara acompañada de una sonrisa agradable, se presentó Mario Galich, hijo del fallecido dramaturgo, abogado, ensayista, escritor, historiador y político, Manuel Galich.
A penas el 30 de noviembre pasado su padre había cumplido un centenario desde su nacimiento. La vida de este polifacético guatemalteco, empezó el 30 de noviembre de 1913. A sus 41 años, este personaje histórico ocupaba la cancillería de Guatemala en Argentina, cuando la noticia del derrocamiento de Jacobo Arbenz llegó a sus oídos.
VIDA LUEGO DEL GOLPE
“Desde el momento en que llegamos en la embajada -de Argentina- se vivía mucha tensión. Había mucha gente interesada en conocer la situación de Guatemala. Había solicitudes de conferencias en distintos lugares de la provincia. La tensión era muy fuerte, muy grande”, contó el hijo del dramaturgo.
Con las malas noticias, abandonó el cargo en julio de 1954. “Teníamos que enfrentar el cambio como venía”, dijo, pues su padre trató de afrontar la responsabilidad que esta alteración conllevaba.
“El estudio, la forma de vida… de una residencia de embajada a pasar a vivir en condiciones muy, muy distintas”, contó Mario. Durante este tiempo la familia vio ingresar a por lo menos 200 personas a causa del exilio.
En aquellos días, la familia se mudó a una sencilla pensión, en la que vivió por poco más de un mes. “El pueblo argentino se portó muy bien”, detalla. Durante ese tiempo recibieron la ayuda de la Liga Argentina de los Derechos del Hombre, que se encargó de velar por su bienestar económico y hasta les asistió en la búsqueda de un nuevo hogar, esto porque aunque la pensión en la que vivían pertenecía a un viejo amigo de Galich, este prefirió no permanecer allí demasiado tiempo, temiendo abusar de su generosidad.
Así, pronto se mudaron a Mar del Plata, al sudeste de la provincia de Buenos Aires, en cercanías de la playa de Punta Mogotes. “Estábamos a más de 400 kilómetros de la capital”. Allí las casas eran escasas.
La partida de la capital, y el exilio en sí mismo no permitió a Mario Galich continuar con sus estudios, aun cuando al hijo más grande, Manuel, no le sucedió lo mismo. Manuel estudió agricultura y ganadería, y en la universidad estudió Ingeniería Agrónoma.
Hasta febrero de 1955 la situación de vida de los Galich se estabilizó por lo que decidieron volver a Buenos Aires. Así, con su regreso a la capital argentina tanto él, como su padre y hermano empezaron a buscar trabajo.
Los hermanos se dedicaron al trabajo de la construcción. Poco tiempo después a Mario le intercambiaron el trabajo de obra por el de oficina al ver que la construcción “no era lo suyo”.
CÁRCEL DE LOS CASEROS
Tiempo después, con ocho años de vida en Argentina, en 1961, el escritor viajó a la Habana para recibir un premio de parte de la Casa de las Américas, de la que luego fue subdirector.
Poco tiempo pasaría en tranquilidad pues al año siguiente, en abril, en Argentina estalló el golpe de estado contra el ex presidente Arturo Frondizi, amigo del escritor, con lo que la estadía su fue seriamente perjudicada.
Galich Fue arrestado y metido a la Cárcel de Caseros, por un mes o más, “pero eso le dio la pauta de que él en Argentina ya no podía continuar por que su pensamiento era contrario a lo que se había implantado”, relató su hijo. Miguel Ángel Asturias también fue apresado pero bajo custodia por quebrantos de salud.
Al salir, entonces, se dirigió a Cuba donde en su anterior visita le habían ofrecido trabajo como asesor de teatro latinoamericano, y dónde también ejerció como catedrático de literatura e historia.
“Lo fui a despedir a Montevideo en junio del 62”, cuenta su hijo. A los pocos días, su familia se reunió con él en Cuba, pero Mario se quedó en Argentina pues ya estaba casado y tenía dos hijos.
RECUPERACIÓN DE SU ARCHIVO
Cinco años después, Mario regresó a Guatemala con el objetivo de recuperar la biblioteca de su padre que constaba de una vasta colección de libros sobre todo de una variedad de recortes de cada uno de los periódicos en donde alguna vez fueron publicadas su obra.
Tras una incansable búsqueda dio con al archivo, que estaba enclaustrado en una habitación con piso de tierra y con visibles marcas de humedad. Aun así se logró recuperar y con ello los recortes de sus dramas. “Fue una satisfacción haberlo recuperado”, expresó.
CONFLICTO ARMADO
Manuel Galich no simpatizaba particularmente con ningún movimiento armado, por lo que al momento en el que surgió la guerra civil en los años sesenta, solía decirle a su hijo que de esto no traería nada bueno. Y efectivamente, los problemas subsisten, lo único que se detuvo fueron los disparos, indica.
“El pueblo se está enfrentando a una fuerza muy poderosa… Estados Unidos, la política norteamericana. Estar luchando contra esa fuerza que es económicamente fuerte no digamos en lo militar, eso no conduce a nada”, decía Galich.
Padre e hijo se vieron por última vez en 1976, en Caracas, Venezuela. Su comunicación continuó por cartas hasta el momento de su muerte. Manuel Galich falleció el 31 de agosto de 1984 en La Habana, Cuba donde aún permanecen sus restos.
GALICH A TEMPRANA EDAD
Con apenas 15 años, ganó el primer concurso de oratoria y desde antes empezó a involucrarse en el teatro. Años más adelante, se graduó de Bachiller en Ciencias y Letras, además de graduarse como Maestro de Educación Primaria.
Galich, formó parte del Frene Popular Liberador (FPL) para la Revolución del 20 de octubre, contra la dictadura de Jorge Ubico y Federico Ponce Vaides. Mismo partido por el que lograría ganar la presidencia Juan José Arévalo. El escenario de terror que vivía el país lo llevó a escribir el popular libro: Del pánico al ataque, que relata las luchas en contra del dictador.
Durante la década de la primavera, fungió como catedrático, ministro de educación, ministro de relaciones exteriores, e incluso se postuló para la presidencia en 1951. Además, fue Presidente del Congreso de Guatemala.
Con una tremenda capacidad como orador, fue nombrado el “verbo de la revolución”, por sus efusivos discursos. Su trabajo como figura pública traería cambios relevantes al país. Por ejemplo, al encargarse de la cartera de educación se dio empleo a una gran cantidad de maestros que en ese momento se encontraban desocupados y también fundó el Departamento de Alfabetización.
LEGADO
Así el legado de Manuel Galich como funcionario, como escritor, es su honestidad, según su hijo, pero también lo es el ímpetu, la fuerza, el compromiso, el amor por Guatemala y finalmente, sus obras.
Sus actos eran característicos de un hombre sencillo, a quien le interesaba el bienestar de su país antes que cualquier otra cosa y así permanecerá en la memoria de quienes le conocieron y en la de quienes le siguen conociendo a través de sus letras.
POLÍTICAS:
Del pánico al ataque.
Porque lucha Guatemala: Arévalo y Árbenz, dos hombres contra un imperio (1952).
Mapa hablado de la América Latina en el año de la Moncada (1973).
Diez años de primavera (1944-1955) en el país de la eterna tiranía.
La Revolución de Octubre: diez años de lucha por la democracia en Guatemala Nuestros primeros padres (1979).
TEATRALES:
Los Conspiradores (1930)
Los Necios (1934)
El señor Gucub Caquix (1939)
El Canciller Cadejo (1940)
De lo vivo a lo pintado (1943)
La Historia a Escena (1949)
El tren amarillo (1950)
El Pescado Indigesto (1953)
La Mugre (1953)
La Trata (1956)
Pacual Abaj (1966)
Mr. John Tenor y yo (1975)