Haciendo piñata con el pisto ajeno


Oscar-Marroquin-2013

Hoy publicamos un reportaje sobre los pactos colectivos de condiciones de trabajo que suscriben los sindicatos de trabajadores del Estado con funcionarios que hacen mangas y capirotes con el pisto ajeno. Tras la no aprobación del Presupuesto para el año entrante, no hay partidas para cubrir las prestaciones pactadas con los maestros y con los trabajadores del ramo de Salud, puesto que cuando se firmaron esos pactos pesó más la negociación politiquera que las reales posibilidades del país, no digamos el rendimiento de los trabajadores.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Cuando en una empresa privada se suscribe un pacto de condiciones de trabajo, el empresario tiene que medir su real capacidad de pago de acuerdo a la productividad y variables del mercado. En el Estado no se piensa más que en el impacto político de los acuerdos porque la norma es que el que viene atrás tiene que ver cómo hace para cumplir con compromisos que se vuelven irracionales. Ni el Congreso, ni el Ministerio de Educación o el de Salud generan ingresos y por lo tanto los aumentos salariales y beneficios adicionales al trabajador salen únicamente de los impuestos y si esos aumentos crecen de manera automática todos los años y los ingresos ordinarios no aumentan, el único modo de cumplir es reduciendo la inversión. En otras palabras, tras de que ya estamos amolados con una pobre inversión pública en desarrollo, aquí sólo crece el presupuesto de funcionamiento.
 
 Pero todavía eso sería aceptable si viéramos resultados tangibles en mejora de la calidad de los servicios. Pero resulta que cada año se paga más a una burocracia, incluyendo a los maestros, que rinden menos. Hoy se dieron a conocer datos sobre los resultados de las evaluaciones en lectura y matemáticas en los planteles, tanto del sector público como del privado, y es patético ver que apenas en algunos establecimientos privados hay rendimientos aceptables mientras que los peores y más lamentables están concentrados en los institutos públicos. Un 71.4 por ciento de los alumnos del Instituto Aqueche no lograron pasar la prueba de lectura básica y un 91.8 por ciento fracasó en matemáticas.
 
 Y no se crea que el Aqueche es el que sale peor parado. Hay otros en donde el ciento por ciento de los alumnos fracasaron en las pruebas y sus maestros son aquellos que forman las huestes que amenazan con paralizar al país y “dejar a los niños sin educación” si no les cumplen con las condiciones pactadas. Eso de dejar a los niños sin educación es simplemente un decir, porque aún sin huelga los dejan igual, en la ignorancia más lamentable porque les ponen freno a cualquier posibilidad de que en el futuro se puedan abrir espacios en este mundo cada vez más competitivo.
 
 Ni hablar del tema de salud, donde el aumento de sueldo a los trabajadores no se traduce en mejora de atención al público, especialmente porque el dinero de salud no va a la atención de la gente, ni preventiva ni curativamente, sino que sirve para pagarles sueldos a los burócratas y para generar el millonario negocio de la compra de medicinas. Lo demás es simplemente el pretexto.
 
 Un funcionario que compromete para la eternidad al Estado a sufragar aumentos insostenibles debiera afrontar consecuencias legales por su irresponsabilidad. Con el pacto colectivo en el Congreso tiene que llegar el día en que un conserje gane más que un diputado. No es que no lo merezca, pues creo que lo merecería más que casi todos los diputados, pero simplemente no alcanza el erario para cubrir esos acuerdos.
 
 Gobernar es, sobre todas las cosas, servir y hacerlo con responsabilidad. Firmar esos pactos que hipotecan el futuro del país es una absoluta y total irresponsabilidad, sobre todo a la luz de los resultados y Educación es la más vergonzosa prueba.