El VIH en el futuro de Guatemala


Jorge_MARIO_Andrino

Las noticias sobre la mejora en las estadísticas alrededor del mundo sobre el virus inmunológico humano –VIH–, así como su resultado, la deficiencia adquirida del sistema inmunológico –sida– ha permitido respirar un tanto a la población mundial, reconociendo que los esfuerzos de entidades internacionales como ONUSIDA, o bien las políticas públicas en materia de salud preventiva y educación sexual de algunos Estados, está dando frutos.

Jorge Mario Andrino Grotewold


Sin embargo, no hay seguridad alguna de que los números puedan seguir siendo positivos signos, pues dos aspectos son contundentes: primero, no hay cura aun para esta tremenda enfermedad que ataca el sistema de defensas del cuerpo, dejándolo expuesto a otros virus; y lo segundo, no se trata estas estadísticas de reducción, sino de disminución de contagios alrededor del mundo, quizá mucho por las campañas de educación que se han diseminado en casi todos los países, lo que ha causado miedo a la muerte, y a un sufrimiento seguro previamente.

El peligro latente sobre una enfermedad que está asociada a las potencialidades de la continuidad humana (relaciones sexuales-procreación) introducen un factor de alto riesgo para evitar que este mal se extienda razonablemente en todo el mundo, especialmente si se pasan desapercibidas las notorias advertencias sobre la monogamia, confundida ésta con situaciones morales o religiosas, que coadyuvan pero no representan la verdadera circunstancia de poder ser contagiado. Las labores de educación, preventiva principalmente, pero también sobre valores y responsabilidades para con la pareja, son extraordinariamente necesarias de continuar, así como las campañas informativas y de cultura social encaminadas a evitar otros tipos de contagio, como el caso de la madre embarazada y contagiada, para evitar pasarle al no nacido el virus. O bien las condiciones de higiene en el uso de jeringas, ya sea para casos médicos, transferencias de sangre o bien para el uso de drogas.

Guatemala no puede tomarse a la ligera este proceso de detección de la enfermedad, ni confiarse sobre algunas estadísticas que indican que se reduce su avance a nivel mundial, especialmente porque se habla que en el país hay un gran sub-registro, lo que implica entender que muchas personas quizá ni estén enterados de su contagio, pues la enfermedad, por su característica vil, no causa efectos negativos inmediatos, permitiendo que pueda extenderse el contagio. Este subregistro, además, identifica que otros datos como las carencias del sistema de salud, sean supeditadas a estadísticas que confunden diagnósticos médicos, o bien que tratan otras enfermedades sin conocer una causa real que las provoca.

En todo caso, la estrategia global requiere que el país siga los lineamientos internacionales que se han delimitado, y que al parecer, están dando frutos, especialmente aquellos divididos en dos ejes: el primero, dotar de todos los recursos posibles al estudio de investigaciones científicas para alcanzar una posible cura. Y el segundo, también perfilada por recursos, pero que tiendan a hacer efectivas las políticas públicas de países que tienen condiciones favorables para que se extienda el virus, como lo puede ser ausencia de educación, pobres recursos sanitarios, pobreza y malas condiciones de salud. Es fácil concluir que Guatemala es un fuerte candidato.

Por ello, iniciativas como las metas del milenio, en donde se enfocó en extensión de coberturas efectivas en salud reproductiva, y además de ello se promovió una campaña grande sobre los efectos de reducción del VIH, son las ideales de continuar, a nivel comunitario, municipal, nacional e internacional.

Y mientras existe una cura, o se orientan las necesidades de prevención o combate, hay otras situaciones que se deben enfrentar, como la discriminación y la calidad de vida de quienes portan el virus, puesto que algunas veces estos aspectos dañan y matan aún más que la propia enfermedad.