En Guatemala, según el estudio «Entendiendo al trabajo infantil» realizado por el Instituto Nacional de Estadística, INE, la niñez y adolescencia trabajadora laboran en promedio 47 horas a la semana, más tiempo que los adultos. Según la legislación guatemalteca, el número de horas laborales para los adultos es de 40 horas semanales en el sector público y 44 en el privado.
Además, algunas de las labores que realizan la niñez y adolescencia trabajadora como, la fabricación de juegos pirotécnicos, la agricultura, el trabajo doméstico y la producción artesanal de piedrín, son considerados de «alto riesgo» o «peores formas de trabajo infantil» de acuerdo con los parámetros establecidos en los convenios 138 y 182 de la Organización Internacional del Trabajo, OIT.
Ante ello, nace el Proyecto Piedrín en 2002, el cual tiene como objetivo fundamental reducir y prevenir el trabajo de niños, niñas y adolescentes en la producción de piedrín, a través de acceso a procesos de educación, capacitación y alternativas económicas para las familias.
Explotación laboral de infantes en minas y picado de piedra
El estudio del INE refiere que el empleo de niños y niñas en la explotación de minas y picado de piedra, resulta ser un trabajo de mucha peligrosidad, ya que implica que ellos deben mover, levantar y romper grandes piedras con martillos pesados hasta hacerlas piedrín para construcción. Los riesgos comienzan desde que se sacan y cargan las rocas de los lechos de los ríos o canteras, hasta el picado de las piedras con los martillos.
«En estos lugares, los niños y niñas pueden sufrir pérdida de miembros por compresiones y hasta la muerte por asfixia debido a derrumbes. Con frecuencia sufren también golpes, moretes y hasta fracturas en los dedos y manos, esto incluye deformaciones, asimismo, enfrentan riesgos de enfermedades pulmonares, de la piel y hasta daños en la vista pudiendo quedar ciegos», cita el documento.
De cerca con el Proyecto Piedrín
El Proyecto Piedrín, es un programa del Centro de Integración Pastoral, CEIPA, el cual trabaja en el suroccidente del país. En el caso del Proyecto, se ejecuta en los municipios de San Felipe, San Martín Zapotitlán, San Sebastián y Santa Cruz Muluá del departamento de Retalhuleu y en la localidad de Llanos de Pinal del departamento de Quetzaltenango.
Según Linda Ferris, coordinadora del Proyecto Piedrín, actualmente se atienden a 125 adolescentes y jóvenes, apoyándoles con sus estudios a nivel de básico y capacitación técnico-vocacional, también, a unos 350 niños y niñas a nivel preprimaria y primaria, a quienes se les hace un monitoreo de su inscripción y permanencia en la escuela, reforzamiento escolar y escuela de vacaciones, así como actividades lúdicas en fechas especiales.
Además, se presta atención a 200 familias piedrineras, a través de apoyo para la implementación de opciones productivas y alternativas económicas que puedan mejorar su situación económica y reducir la necesidad de contar con la mano de obra de sus hijos e hijas, ya que «el ingreso generado por la venta de piedrín producido por niños y niñas constituye una parte importante de las entradas económicas de la familia y puede hacer la diferencia entre comer o no comer en un día cualquiera», cometa Ferris.
Las limitaciones ahogan el esfuerzo
El negocio de la construcción, es una fuerza económica gigantesca en el país; ya que representa un 4.5 por ciento del Producto Interno Bruto, PIB. José Puac y Heliodoro Gómez, piedrineros de la comunidad de Pomarrosal, San Felipe en Retalhuleu, dijeron en una entrevista proporcionada por Linda Ferris, que los ingresos producidos a través de picar piedra no son suficientes para cubrir las necesidades más básicas de una familia.
Es por ello, que se necesita la fuerza laboral de los niños y niñas, ya que «un niño de 13 años puede producir un metro cúbico en aproximadamente tres días. El precio de un metro cúbico de piedrín se ha venido disminuyendo constantemente desde los últimos años, la grava o piedrín está en Q.50.00» comentaron Gómez y Puac.
Ante ello, las principales limitaciones para combatir la explotación laboral de la niñez «es una sociedad cuya estructura no solo permite, sino fomenta, la explotación laboral de niños, niñas y adolescentes. El aumento en las condiciones de pobreza y extrema pobreza determina que cada año aumente el número de niños, niñas y adolescentes que se ven obligados a contribuir a la subsistencia de sus familias», dice Ferris. Quien dice esto
Poca acción de parte del Estado
El Acuerdo Gubernativo 250-2006, Reglamento para la aplicación del Convenio número 182 de la Organización Internacional del Trabajo sobre las peores formas de trabajo infantil y la acción inmediata para su eliminación, define y prohíbe las peores formas de trabajo infantil en Guatemala. No obstante, hasta la fecha no hay adecuada asignación de recursos para accionar en contra de la explotación laboral de niños, niñas y adolescentes.
Ferris, indica que aunque los Ministerios de Educación y de Trabajo han realizado algunas acciones puntuales para abordar la problemática de niñez y adolescencia trabajadora, «no hay implementación de políticas que garanticen una lucha permanente contra la explotación de la mano de obra de niños, niñas y adolescentes. Al contrario, la restricción de la función social del Estado durante la administración del gobierno actual, ha agravado su situación, específicamente en lo que se refiere al acceso a sus derechos fundamentales como educación, salud y protección».
Por su parte Bárbara Argí¼ello, vocera del Ministerio de Trabajo y Previsión Social, aduce que el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil, IPEC (por sus siglas en inglés) y la OIT, participaron junto a dicha cartera en «un grupo de trabajo para afrontar el problema que se veía en grandes dimensiones como lo fue, los niños y niñas que estaban picando piedra a orillas del río Samalá en Retalhuleu» Sin embargo, solicitaron el financiamiento de la institución TRICKLE-UP, el cual fue denegado, por lo que se tuvo que trabajar sólo en «el diagnóstico de necesidades de capacitación y formación laboral de adolescentes en las comunidades a riberas de dicho río», explica Argí¼ello.
Con los insumos recibidos de ese diagnóstico IPEC/OIT, llevó a cabo un programa de atención que logró organizar a la población para atender la necesidad de estudio de estos infantes inmersos en esa actividad y formar grupos de trabajo con los padres de familia para tecnificar su trabajo en la fabricación de piedrín sin incluir mano de obra infantil. «Actualmente ha disminuido notoriamente la participación de los infantes en esta actividad a orillas del río Samalá en Retalhuleu» afirma Argí¼ello. Habrá que esperar entonces un próximo estudio en esta área, que demuestre, si en efecto, los niños y niñas han dejado de realizar este trabajo.
Sin embargo, la activista refiere que hace falta más sensibilidad respecto a las implicaciones y consecuencias que la explotación laboral puede tener en niños, niñas y adolescentes, de parte de las autoridades. «La explotación laboral no les permite ni el goce de sus derechos ni la superación para el futuro», comentó Linda Ferris.
Según el Instituto Nacional de Estadística, en Guatemala hay alrededor de 507,000 niños y niñas trabajadores que están entre los 7 y 14 años de edad. De cada 100 niños y niñas en este grupo de edad, 20 trabajan (20%), 62 estudian (62.4%) y 18 no estudian ni trabajan (18%). Algo muy importante es que casi 4 de cada 100, es decir, más de 12,000 niños y niñas trabajadores tienen apenas 5 o 6 años de edad.