Tomar el rumbo


Editorial_LH

Va quedando apenas un mes de este año 2013 y diciembre no se caracteriza precisamente por ser el período más productivo del año, sin embargo, es importante hacer ver que el gobierno del Partido Patriota y del general Otto Pérez Molina está por llegar a la mitad de su período y a estas alturas no se observa que el país pueda tomar rumbo bajo su conducción, lo cual es alarmante porque se da por sentado que lo que no se hace al principio de un gobierno difícilmente pueda hacerse después, cuando ya el desgaste político y las pugnas que se abren en el marco de la futura contienda electoral se convierten en obstáculo para asegurar logros concretos.


El gobierno actual arrancó con una ventaja que pocos han tenido, puesto que en los primeros días de su gestión logró acuerdos en el Congreso para aprobar una ley que reformaba buena parte del sistema tributario. Sin embargo, ese valioso recurso resultó inútil porque la llamada modernización terminó siendo un mamarracho que lejos de incrementar los ingresos fiscales, dejó agujeros por todos lados que han servido para marcar el fracaso en el logro de las metas de recaudación dispuestas por las autoridades financieras del país.
 
 2012 fue un año en el que se trabajó con el Presupuesto último que se aprobó en el período de Colom y por ello el del 2013 puede considerarse como el primer ejercicio presupuestario de plena responsabilidad de Pérez Molina y su equipo de trabajo. El resultado no ha sido halagador porque las metas de captación de impuestos no fueron cumplidas y el país ha tenido que entrar en nuevas etapas de endeudamiento para financiar el déficit fiscal.
 
 En los dos próximos años no se observa aún la acción decidida del poder público para tomar rumbo, para enderezar la dirección de la nave que les fue encomendada por los ciudadanos guatemaltecos en el último proceso electoral. Por el contrario, es notable el desgaste de un gobierno que surgió como respuesta a la ansiedad ciudadana por la inseguridad y los altos niveles de corrupción que se dieron en el gobierno anterior. En ambos campos se vuelve a confirmar que Guatemala no toca fondo porque seguimos en una espiral hacia abajo aun y cuando los ciudadanos creen que peor ya no podemos estar.
 
 El 2014 representa la última oportunidad para Pérez Molina para rescatar la institucionalidad y dejar una huella positiva. Es mínimo ya su margen de maniobra, pero los guatemaltecos necesitamos un liderazgo con visión de Estado y concepto de Nación que aún no aparece por ningún lado. Como dicen en el teatro, parece que esta es ya la “última llamada”.

Minutero
Hasta ahora están ya notando
que el nuestro es Estado fallido;
tenemos un sistema podrido
y un pueblo que vive aguantando