El matrimonio precoz supone la negación de derechos de la niñez y la adolescencia, en tanto vulnera su protección y sus necesidades, según una investigación elaborada por María Luisa Cabrera Pérez, citada en el reportaje “Unión o matrimonio infantil, una violación a los derechos humanos de la infancia”.
Según el documento, elaborado por CERIGUA con apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), tanto para las niñas y los niños el matrimonio tiene impactos profundos en lo físico, intelectual, psicológico y emocional, que coartan las oportunidades de educación y de crecimiento personal.
Cabrera señaló que en América Latina existe un sub registro en los casos de uniones precoces y no hay datos certeros y fidedignos que ejemplifiquen la magnitud de la problemática.
El reportaje subraya que los datos del Registro Nacional de Personas (RENAP) en el 2009 reportaron aproximadamente 3 mil matrimonios en jóvenes menores de 18 años y año tras año esa cifra ha ido en aumento, sólo de enero a mayo 2013 se celebraron 1 mil 570 enlaces matrimoniales entre niñas de 14 a 18 años de edad.
Mirna Montenegro, del Observatorio en Salud Reproductiva (OSAR), dijo a CERIGUA que el retraso en la unión o matrimonio es un tema interesante de analizar, pues está muy ligado a los embarazos en niñas y adolescentes, la educación sexual integral y a la falta de promoción de proyectos de vida.
Según los datos del OSAR del 2009-2013 se dieron en Guatemala aproximadamente 14 mil matrimonios entre personas de 14 y 19 años, sin tomar en cuenta las adolescentes que viven en unión y quienes representan un porcentaje alto.
En Guatemala, el Código Civil establece que la capacidad para el ejercicio de derechos civiles se adquiere con la mayoría de edad, 18 años, pero las adolescentes mayores de 14 años pueden contraer matrimonio con la autorización de sus padres o tutores, en el caso de los hombres debe ser mayor de 16 años.
El matrimonio a partir de los 14 años implica pasar de un sometimiento a otro, ya que con este acto se les concede a las niñas responsabilidades como la procreación, alimentación y educación de sus hijos e hijas, finalizando su niñez.
Finalmente, el documento destaca que la mayoría de niñas que contraen esta clase de responsabilidades han sido educadas para manejar la casa, obedecer al marido y empezar un ciclo de reproducción en cuerpos aún no desarrollados en su totalidad, lo que evidencia una falta de planes y proyectos de vida.