¿Qué pasó en San José Nacahuil?


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El objetivo era claro: Sembrar el terror y preparar el terreno para iniciar con las extorsiones. San José Nacahuil inquietaba a la clica Crazy Rich, del Barrio 18 y para “recuperar” el lugar los pandilleros necesitaban una masacre.

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POR JODY GARCÍA
jgarcia@lahora.com.gt

Esa es la hipótesis de las autoridades sobre lo que motivó el asesinato de 11 personas. El Ministerio Público (MP) asegura que al desmantelar el grupo criminal se evitaron más crímenes en la localidad.

POR JODY GARCÍA
jgarcia@lahora.com.gt

La noche del pasado domingo 8 de septiembre los habitantes de la aldea San José Nacahuil, en el municipio de San Pedro Ayampuc, fueron víctimas de una masacre que hasta ahora nadie ha podido olvidar.

Lo único certero era la muerte de once personas que eran parte de una comunidad que creía gozar de una tranquilidad y seguridad que no se puede encontrar en cualquier lugar de Guatemala.

A la fecha, aún hay un sabor amargo entre la población de San José Nacahuil. El dolor y el llanto persisten, así como las dudas. ¿Por qué no investigan la patrulla que estuvo aquí esa noche?, es la principal interrogante.

Surgieron diferentes versiones sobre las causas de ese suceso, pero la hipótesis de la Fiscalía que valida la captura de ocho presuntos pandilleros refiere que el dinero que podría recolectarse en el lugar con las extorsiones motivó el macabro asesinato.

EL TERROR

El propósito era introducir las extorsiones, sin más. El método para lograrlo tenía como primer paso provocar el terror. Las investigaciones del MP apuntan a que la clica Crazy Rich, a la que atribuyen el hecho criminal, ya sabía cómo hacerlo, pues ya operaba en el sector de Santa Faz, una localidad que conduce hacia Nacahuil.

Una llamada entre Miguel Ángel García Alvarado, alias El Duende, interno del Sector 11 del Preventivo para Varones de la Zona 18, y Julia Alicia Chávez López,  alias La Colocha, mujer que posteriormente fue capturada, aportó a la Fiscalía más detalles de la estrategia del grupo criminal.

En la misma se indica que la clica tiene que recuperar el sector de Nacahuil para iniciar con el cobro de las extorsiones. Para cuando se dio esa llamada, la masacre ya se había ejecutado y mientras los pandilleros realizaban las coordinaciones para ubicar “tiradores” en puntos estratégicos de la comunidad, el MP indagaba entre los que consideraba autores del hecho. 

La información de un anónimo y la recolección de los primeros indicios apuntaban a El Duende. García Alvarado, según las investigaciones, le dio la orden de organizar el crimen desde la cárcel a Eddy Rolando Juárez Morales, quien a su vez hizo la coordinación con los tiradores.

En la escucha telefónica identificada por el MP como 198-2013, los investigadores encuentran más pistas que los llevan a los autores materiales e intelectuales del crimen.

En ella, El Duende le pregunta a La Colocha, cómo está la situación allá “arribita” (Nacahuil), a lo que ella responde que según su conocimiento hay “doce pescados en la laguna”. Esto se traduce, según los fiscales, a doce personas muertas.

EN LA NOCHE

El crimen fue ejecutado la madrugada del domingo 8 de septiembre. Momentos antes del hecho, al número 110 de la Policía Nacional Civil (PNC), ingresó una llamada que advirtió a las autoridades la posible comisión de un hecho delictivo.

Tomando en cuenta esa información, la Policía envió a una radiopatrulla al lugar para hacer un recorrido. Al ver que todo estaba en aparente tranquilidad, los agentes regresaron a la subestación, pero solo unos momentos después de su salida de Nacahuil se desató la masacre.

Las investigaciones refieren que los sindicados decidieron al azar quiénes serían las víctimas del atentado. “Necesitaban controlar el punto, porque nadie lo hacía; todos estaban detenidos”, indicó un fiscal que participó en las investigaciones y que por motivos de seguridad se mantiene su identidad bajo reserva.

El día que todo se oscureció para Nacahuil, las víctimas se encontraban ingiriendo bebidas alcohólicas en tiendas del lugar. La mayoría de los que se encontraban en los puntos del ataque eran albañiles o se dedicaban a la agricultura.

Según el fiscal, la mayoría de las víctimas tenía un disparo en la cabeza, ya que las órdenes de los líderes de las clicas son expresas: “Tirale al coco”. “La mayoría de los cadáveres tienen disparos  en el cráneo y algunos sobrevivientes también tiene heridas en la cabeza”, acotó el investigador.

Después de la masacre, los criminales necesitarían la ubicación de los tiradores, para que dispararan cuando alguien que recibía un teléfono no atendiera una llamada de extorsión. Sin embargo, una situación más terminó por botar la planificación de las extorsiones.

LA LLAMADA DEL “ESCANDALOSO”

Era el 28 del pasado mes de septiembre, veinte días después de la masacre en Nacahuil y faltaba un minuto para que dieran las ocho de la noche. El Ministerio Público (MP) investigaba un crimen en el que se sospechaba la participación de un grupo de pandilleros.

En ese momento William Alejandro Lázaro Rodríguez, alias El Escandaloso marca el número de Eddy Rolando Morales Juárez, alias El Pelón. De un lado, una conversación con la particular jerga de los pandilleros se desarrollaba, del otro lado, como si vieran por la rendija de una puerta, los investigadores escuchaban. 

Entre palaras como “novia”, “peque”, “jaina”, “puercos”, “piedrín” y “salís corriendo”, se daban las órdenes para cometer un asesinato. Al finalizar las instrucciones para cometer el crimen, uno de los pandilleros, en cinco segundos, le dio la clave a la Fiscalía para resolver la masacre de San José Nacahuil.

A través de la escucha telefónica realizada en la llamada entre El Escandaloso y El Pelón, la Fiscalía especial de Pandillas del MP identificó cómo el primero de los señalados orientaba al segundo en los pormenores de un “jale”, un asesinato, que debía cometer.

En el audio se escucha cómo el último de los pandilleros pregunta, en repetidas ocasiones, si alguien más no puede ir por él.

El Pelón preguntó, pero ni El Chino, ni El Negro, el Ervin, ni Manolo estaban disponibles. Sin embargo, cuando pregunta por Candelario, sin darse cuenta, El Escandaloso delata a los autores materiales de la masacre de once personas en Nacahuil. (VEA: LA CONVERSACIÓN)

Diez días después la Fiscalía ejecutó ocho órdenes de captura contra los integrantes de la clica Crazy Rich, señalados de los delitos de asesinato, asesinato en grado de tentativa y asociación ilícita.

La Fiscalía logró vincular ambos hechos con la utilización de métodos especiales de investigación y a través del análisis balístico. Durante los allanamientos también se incautaron varias armas de fuego, teléfonos celulares, uno de los vehículos utilizados durante los hechos ilícitos y documentos de extorsiones.

Los capturados, por los delitos de asociación ilícita y asesinato fueron José Ismael Guajaca Rodríguez, William Alejandro Lázaro Rodríguez, Jessy Ángelo Jerónimo Camey y Julia Alicia Chávez López.

Eddy Rolando Morales Juárez, Juan y Candelario de apellidos Xocoxic Picholá  y un menor de edad fueron capturados por los delitos de asociación ilícita, asesinato y asesinato en grado de tentativa. Además, se vincularon a los mismos delitos a Andy Santa García Vásquez, Esvin Javier Ordoñez López, Wilson Iván Ramírez Rosales, Miguel Ángel García Alvarado y Lester Fernando Díaz Ortiz, quienes se encuentran en prisión.

Por otro lado, las evidencias balísticas encontradas durante la investigación del asesinato de Julio Estuardo Díaz Girón, ocurrida el 24 de septiembre en la colonia Santa Isabel II, zona 6, Chinautla, coinciden con la hallada en la masacre de Nacahuil, pues el arma de fuego nueve milímetros habría sido utilizada en ambos hechos delictivos.

Actualmente el proceso se encuentra en el juzgado Noveno del Ramo Penal, donde el próximo 6 de enero el MP presentará los resultados de sus investigaciones, y el 16 del mismo mes el juez determinará si envía a juicio a los sindicados de cometer la masacre.

¿CÓMO SE SACÓ A LOS POLICIAS DEL CASO?

Cuando el Ministerio Público tomó el caso, una de las líneas de investigación era la versión de los pobladores de San José Nacahuil, que aseguraban que elementos de la Policía Nacional Civil podrían estar involucrados, por su presencia minutos antes de la masacre.

Las pesquisas llevaron a determinar la ubicación de los teléfonos de los policías, su nombre, quiénes llegaron a Nacahuil, qué tipo de armas llevaban, quiénes los enviaron al lugar y si el traslado fue con oficio.

También se monitoreo el GPS de la patrulla tras la llamada al número 110.

La Fiscalía especial para Pandillas descartó con la información reunida que los oficiales tuvieran vínculos con el crimen de las once personas en los expendios de licor.

“NO VEMOS NADA CLARO”

Felipe Pixtún, presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo (Cocode), en San José Nacahuil, dijo que pese a los avances en las investigaciones el crimen no está del todo resuelto, ya que para los vecinos de la comunidad aún hay muchas dudas pendientes de ser resueltas.

Dentro de estas está la incredulidad respecto a la implicación de todas las personas que fueron capturadas. “De los que agarraron, cuatro sí participaron en los hechos, los otros son chivos expiatorios del MP para quedar bien con lo que pasó”, dijo.

“Yo vivo a la vuelta de donde ocurrió la masacre y el carro que dejaron abandonado es propiedad de uno de los capturados”, señaló, y agregó que ha sido amenazado por personas supuestamente vinculadas con los detenidos, pero “yo no me dejo intimidar por nadie”.

También cuestionó la forma en que la Fiscalía sacó a los agentes policiales del caso y pidió investigaciones imparciales y objetivas, para deducir responsabilidades si hubo implicación de las fuerzas de seguridad en estos acontecimientos, pues antes de la masacre una patrulla habría advertido a los pobladores que no vendieran alcohol a los menores de edad.

SIN SENTIDO

Marco Antonio Garavito, director de la Liga de Higiene Mental al ser consultado sobre la hipótesis del MP que refiere que la masacre era un método de terror para introducir la extorsión en San José Nacahuil, opinó que dicha aseveración no tiene sentido, ya que si resulta contraproducente para una pandilla acercar a las fuerzas de seguridad a su punto de ataque.

“Si yo quiero introducirme a un área desde el punto de vista delictivo voy a tratar que hayan las menos presiones posibles de parte de las fuerzas de seguridad del Estado. Haciendo una masacre de este tipo se logra todo lo contrario”, indicó.

También señaló que en muchos casos sucede que las instituciones de seguridad pública elaboran una respuesta para darle seguridad a la ciudadanía, pero son conclusiones “muchas veces inventadas”.

“Por ejemplo, hay una balacera en algún lado y mueren dos o tres personas, y en el mismo momento la hipótesis es que se debió a una venganza entre pandillas no habiendo ningún tipo de investigación”, refirió.

EN AUDIO
LA CONVERSACIÓN

Este es un extracto de la conversación entre El Pelón (P) y El Escandaloso (E), en el que se delata a un participante de la masacre.

P: –Y, ¿ese qué onda?
E: -Ese me hizo el paro, buena onda.
P -¿Sí?
E: –Él se fue conmigo allá arribita, a Nacahuil, cuando fue lo de la masacre.
P -¿Sí? ¿Ese también tiró?
E: –Puta, simón. ¿Sí?
P -Ese bato ya es zorro viejo.
E: –Sí, vos
P –Así como Juan.
E: -Ah, ¿y qué onda que no quiere ver qué onda?
P –Ese bato es dice que es paro, te hace el paro así para asesino
E: -Ah, clave.

Escuche la conversación telefónica

Entre palaras como “novia”, “peque”, “jaina”, “puercos”, “piedrín” y “salís corriendo”, se daban las órdenes para cometer un asesinato. Al finalizar las instrucciones para cometer el crimen, uno de los pandilleros, en cinco segundos, le dio la clave a la Fiscalía para resolver la masacre de San José Nacahuil.