La ley de seguro médico del presidente Barack Obama corre el riesgo de desmoronarse a causa de los errores de su administración y sus propias promesas desmedidas.
Para no correr esa suerte, Obama necesita progresos en tres frentes: los problemas de las cancelaciones de pólizas, fallas tecnológicas y una crisis de confianza entre sus propios partidarios.
A su favor están la demanda acumulada de beneficios del programa y un improbable colaborador, la industria de seguros.
Pero incluso una vez el portal de inscripciones esté funcionando perfectamente, van a aparecer nuevas controversias. En el horizonte está el impacto potencial de la ley en seguros médicos basados en empleo. Su mandato de que compañías grandes ofrezcan cobertura entra en vigor en el 2015.
Por ahora, los pronósticos están a favor de la supervivencia de la ley. Pero tras pasar por la Suprema Corte, una elección presidencial, numerosas votaciones en el Congreso y un cierre parcial del gobierno, la ley aún no ha conseguido una amplia aceptación.
«Desde el inicio no ha habido nada normal con esta ley», dijo Larry Levitt, un experto de seguros para la Kaiser Family Foundation. «No ha habido periodos fáciles».
Otros mandatos del gobierno se han arraigado en la cultura estadounidense pese a una resistencia inicial. Pudiera ser una comparación simplista, pero la mayoría de la gente ahora se abrocha el cinturón de seguridad en cuento sube a un auto. Pocos cuestionan requerimientos gubernamentales como las bolsas de aire, aunque añaden costos a los coches.
Levitt dice que la ley de salud pudiera llegar a tener el mismo tipo de influencia sobre cómo es visto el seguro médico. «La expectativa de que todo el mundo debería tener seguro médico es ahora tópico de conversación en las familias», dice.
Esa conversación fue interrumpida por noticias de que el portal HealthCare.gov no funcionaba y que personas con cobertura estaban recibiendo notificaciones de cancelación pese a la promesa de Obama de que uno podía mantener el seguro que ya tenía.
Obama maniobró esta semana para extraer a los demócratas de las repercusiones de las cancelaciones.
El presidente ofreció una extensión de un año para más de 4,2 millones de personas cuyas pólizas actuales estaban siendo canceladas por las compañías de seguros para remplazarlas por unas de cobertura más amplia bajo los requerimientos de la ley. Con esa medida la Casa Blanca compensó los problemas que el gobierno no previó.
Pero también tuvo consecuencias no intencionales, al mostrar lo fácilmente que la complicada estructura de la ley puede descomponerse.
Comisionados de seguros estatales advirtieron que la solución del presidente minaría el objetivo central de la ley, la creación de una gran reserva de seguros en casa estado para personas que no tienen cobertura en sus empleos. Fracturar ese mercado podría llevar a primas futuras más altas para personas que compran pólizas bajo los nuevos mercados de seguros creados por la ley, que ofrecen seguros privados subsidiados por el gobierno.
El que Obama esté dispuesto a arriesgarse así puede dificultar que haga otros cambios que le solicitan.
Por la parte de las cancelaciones, el presidente parece poco dispuesto a darse por vencido y tal vez trate de logra un empate político.
El presidente está consciente de que le corresponde arreglar las cosas, y pronto. En las dos primeras semanas tras la debacle del sitio de internet Obama hizo el papel de «reasegurador en jefe». Ahora está tratando de redimirse.
Para Obama, asegurarse de que el portal funciona mucho mejor para el fin del mes pudiera ser su mejor oportunidad de cambiar el curso de la opinión sobre la ley.
Aunque solamente 26.794 personas se registraron en planes de salud por medio del portal federal en el primer mes de inscripciones, 993.635 solicitaron cobertura y estaban esperando para tomar su decisión final. Cuando se incluye a los estados que tenían sus propios portales, un total de 1,5 millones de personas han presentado solicitudes.